Oscuro Claro

A principio de año vaticinaba que este iba a ser un buen año en lo personal, y que iba a conllevar con ello el hecho de viajar mucho. Nada más lejos de la realidad, en los últimos catorce días he tomado nueve vuelos, y lo más importante, he realizado por primera vez un vuelo transoceánico. Puede resultar anecdótico para muchos, pero no para mi, más teniendo en cuenta que hasta hace apenas un año mi miedo a los aviones era tal que ni se me pasaba por la cabeza hacer un viaje en avión de más de dos horas. Sin embargo, debo agradecer enormemente cierta conversación que tuve en un momento dado con mi amigo Carlos Zavala, que me hizo reflexionar y asimilar (que no superar) mejor ese miedo, y ello ha culminado con el que creo que ha sido, y probablemente será, el mejor viaje que habré hecho nunca.
Desde que en 2011 se iniciara la andadura con Criminología y Justicia, la relación con México se ha ido estrechando cada vez más, tanto con los colaboradores que han ido participando, como con la cantidad de lectores asiduos a la misma. Esta relación se aumentó si cabe aún más con la creación de Criminología y Justicia México, y la estancia en estas dos semanas por diferentes ciudades mexicanas, es probablemente la culminación de un hecho: México se ha convertido ya en una parte fundamental de mi vida, y la estima que le tengo es equivalente a la que puedo tener con Barcelona o con mi tierra, Mallorca.
De todo lo acontecido en estas dos semanas me quedo, sin duda alguna, con la acogida y la hospitalidad unánime con la que me he encontrado allí donde hemos viajado. Y sobretodo, con otro valor que se encuentra en peligro de extinción: la humildad. Una cualidad poco común en un mundo donde muchos parecen proponerse como único objetivo el ser y sentirse superiores a los demás.
Me he sentido afortunado solo por el hecho de poder convivir, compartir y escuchar las inquietudes y reflexiones de expertos de la talla de Osvaldo Tieghi, Carlos Elbert o García Mercader entre otros. Además, el poder conocer a gran parte de los colaboradores de Criminología y Justicia México me ha hecho tomar conciencia de la magnitud que está tomando Criminología y Justicia, superando con creces todo aquello que en un principio se proponía.
No olvidaré ninguna de las tres conferencias,ni la del congreso organizado por la Sociedad Mexicana de Criminología capítulo Nuevo León, A.C.., ni la del encuentro organizado por CLEU en Oaxaca; pero es la última, por lo especial de su escenario, el teatro obrero de Zamora en Michoacán, la que se mantendrá en mi recuerdo durante mucho tiempo. También la organización de este último, a cargo de Universidad Univer Plantel Zamora, ha rozado la excelencia.
A parte, quiero hacer una especial mención a dos personas. La primera de ellas es Wael Hikal, ya que si no hubiera sido por él ahora mismo no estaría hablando de cuanto he disfrutado de la experiencia. Nunca podré agradecer lo suficiente la oportunidad que me brindó de participar en los diferentes congresos, y que menos que hacer mención de su persona. De verdad que estas dos semanas han sido para mi un regalo que no todo el mundo tiene la suerte de vivir.
La segunda persona que quería mencionar, como no podía ser de otro modo, es Juan José Martínez Bolaños, director de CyJMéxico. Conocerlo personalmente me ha permitido confirmar lo que ya desde la distancia se veía: que no se trata solo de un compañero de equipo, sino de un auténtico amigo, y además, implicado al 100% con un sueño que desde hace tiempo compartimos a través de Criminología y Justicia: avanzar hacia el reconocimiento social del criminólogo. Como nota, la frase de despedida no fue un simple “nos vemos pronto” o “cuídate” sino un “Tenemos mucho trabajo que hacer”. Y efectivamente, es mucho el trabajo que vamos a seguir haciendo para cumplir con nuestro propósito.

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