Como ya hemos visto en anteriores post, existen una serie de profesiones que por sus características pueden ser calificadas como de riesgo. Ya sea por la labor que realizan o por el tipo de cliente/usuario a tratar, deben atender situaciones donde su integridad física y mental se pone en riesgo.
Este tipo de profesiones suele contar con un grupo numeroso de personas que se dedican a ello por vocación, con total conciencia del peligro de su labor. Así, un policía sabe de antemano que tendrá que actuar en situaciones donde su cometido sea resolver incidentes violentos.
Sin embargo conocer los riesgos de tu profesión no implica que quieras poner tu vida en peligro. Es como decirle al policía que no se ponga el chaleco antibalas porque ya sabía que su trabajo era peligroso, o como pensar que un alpinista quiere morir solo porque quiere alcanzar una cumbre.
Todo ello viene a cuento del hecho de que existe todavía poca conciencia sobre la necesidad de implementar medidas de seguridad y prevención más estrictas sobre ciertos colectivos profesionales que a pesar de haberse mostrado que sufren un mayor número de incidentes violentos, no cuentan con el soporte adecuado.
Es el caso, por ejemplo, del sector de salud y servicios sociales, que debe intervenir o interactuar con personas potencialmente conflictivas pero donde no se aplican protocolos de seguridad ante situaciones de riesgo. Tampoco la inversión en formación al profesional sobre aspectos básicos de prevención ante situaciones de tensión o violencia están presentes, y en muchas ocasiones los espacios donde deben trabajar distan mucho de contar con un diseño que facilite una efectiva actuación ante incidentes violentos.
La seguridad de un trabajador no es algo que pueda ser negociable o sobre el que se puedan poner por encima otros aspectos. La integridad física de una persona es prioritaria y se debe invertir todo lo que sea necesario para que el riesgo de una profesión esté lo más controlado posible.
Las cifras son claras y están ahí para decirnos dónde se debe invertir e intervenir más, por lo que no se puede mirar hacia otro lado y hacer ver que sufrir un episodio violento trabajando en según qué puestos de trabajo es algo inevitable.
En un momento en el que este tipo de aspectos cada vez se pueden medir mejor y donde cada vez se cuenta con más herramientas para la prevención de conflictos violentos. Aprovechémoslo para evitar desgracias.