Hemos abordado anteriormente las consecuencias que sobre la salud producen aspectos como el estrés laboral o el acoso psicológico. Sin embargo, no hemos hecho mención todavía a un aspecto si cabe igual de importante: la afectación en la vida familiar de este tipo de situaciones. Cuando dividimos trabajo y familia tendemos a pensar que se trata de dos mundos que no se encuentran interrelacionados. En realidad, esa separación no tiene efecto alguno, y se puede comprobar cómo las situaciones familiares afectan a nuestra vida laboral, y lo que sucede en nuestro trabajo puede afectar igualmente a nuestra vida familiar.
Siguiendo esa línea son diversos los estudios que analizan el conflicto trabajo-familia. Uno de ellos es el de Sanz y Rodríguez (2011), que revisan el papel mediador que ejerce el conflicto trabajo-familia en la afectación a la salud que provoca el acoso psicológico.
Para ello, los autores parten de las tesis de Hobfoll. Según su teoría de Conservación de Recursos el estrés “aparecería como respuesta a tres posibles situaciones: el miedo a perder nuestros recursos, la pérdida real de los recursos o la expectativa de que no vas a conseguir recursos. Según este autor una motivación básica de las personas reside en obtener, retener, y proteger aquello que consideran valioso, o en otras palabras, los recursos.”. El mismo autor amplía dicha teoría con la “espiral de pérdida de recursos”, que plantea que “una pérdida inicial de recursos dificulta que se pueda hacer frente a nuevas demandas”. Partiendo de esa ampliación de la teoría, los autores del estudio consideraban que el acoso psicológico deriva en una pérdida de recursos desde el momento en que debe enfrentarse a una situación considerablemente estresante. Este estrés se traslada al ámbito familiar, que deriva en otros conflictos que aumentan el estrés, y que producen por ende una afectación en la salud de la persona.
Los resultados del estudio confirmaron que el conflicto trabajo-familia mediaba en los problemas de salud originariamente derivados del acoso psicológico. Debemos tener claro lo que implica este hecho. No significa en absoluto que la empresa tenga menos responsabilidad sobre la situación del empleado, ni que el daño a la salud sea debido a problemas familiares. La idea es que el acoso psicológico deriva en una mayor conflictividad dentro del núcleo familiar, y ese aumento de la conflictividad en la familia es lo que a la postre genera en el empleado mayores problemas de sueño, ansiedad y síntomas somáticos. Eso precisamente debe generar conciencia de que las consecuencias derivadas de disfunciones laborales van más allá de la jornada de trabajo. Un problema grave dentro de una organización puede provocar una desestructuración de la vida del empleado, afectando no solo a su capacidad de rendir en la empresa sino también a la vida de otras personas.
Un empleado que tiene un problema en su trabajo difícilmente será capaz de no llevarse a casa ese dolor de cabeza, más cuando se trata de aspectos tan graves como el acoso psicológico. El objetivo de las empresas es conseguir que los empleados salgan con el menor número de quebraderos de cabeza posibles. Y con voluntad, es posible conseguirlo.