Uno de los argumentarios que me suelen presentar cuando apelo a las ventajas que proporciona el teletrabajo respecto al trabajo presencial es la pérdida del vínculo social e integrador que se da en una empresa cuyos miembros llevan a cabo su actividad laboral en el mismo espacio. Alegan que ese vínculo interpersonal se pierde, y ello repercute en la motivación que tiene el trabajador con la empresa.
Sin embargo, a ello respondo: bendito aislamiento el que te proporciona el teletrabajo. El no tener que coincidir con los compañeros de trabajo más que para lo indispensable es en realidad beneficioso para la empresa:
[lobo_icon size=»fa-tn» icon=»fa-hand-o-right» color=»» break=»float»] Disminuye la posibilidad de distracciones. Un espacio en el que convive un grupo numeroso de empleados es, para bien o para mal, un lugar donde la actividad que uno encuentra no es la más propicia para favorecer la concentración.
[lobo_icon size=»fa-tn» icon=»fa-hand-o-right» color=»» break=»float»] Es extraño que un espacio de trabajo donde conviven muchos empleados no se convierta a la vez en un patio de vecinos. La tendencia al marujeo sobre asuntos personales de unos y otros fluye de forma casi natural. ¿Ves algo de bueno en ese fenómeno? Efectivamente, en todo caso lo único que puede llegar a generar son problemas, amén de distraer al trabajador de su actividad.
[lobo_icon size=»fa-tn» icon=»fa-hand-o-right» color=»» break=»float»] Impide la generación de conflictos entre compañeros derivado no tanto del trabajo en sí mismo sino más bien como fruto de la convivencia diaria. Hablamos de personas que conviven por lo menos 8 horas al día durante 5 días a la semana, con todo lo que ello implica. Si no somos capaces de aguantar tanto tiempo ni a nuestros más allegados ¿Por qué íbamos a hacerlo con compañeros con los que hemos de convivir a la fuerza?
[lobo_icon size=»fa-tn» icon=»fa-hand-o-right» color=»» break=»float»] Es casi imposible plantear un grupo de trabajo donde todos se lleven bien. Aunque no necesariamente tenga que dar lugar al conflicto, siempre tendrás al típico compañero de trabajo al que no te apetece verle la cara (que las más de las veces suele ser el jefe). Y no parece que acudir a trabajar a un sitio donde hay gente que no te apetece ver sea lo más idóneo para fomentar la cohesión en la empresa.
Creo que en plena era de la información, donde bastan unos pocos clicks para conectar con gente con la que te sientes identificado y compartes unos mismos intereses, es absurdo generar una conexión social forzada cuando cada vez se torna más innecesaria. Dicho rápido y sencillo, cada vez es más fácil ignorar a la gente a la que no soportas.
Cuando una empresa funciona eminentemente a través del teletrabajo, los empleados establecen entre sí la interrelación que creen conveniente. Si hay algunos compañeros con los que tienen mayor vínculo, tranquilo que ya harán lo que sea necesario para ir a tomar unas cervezas juntos. En cambio, cuando no hay feeling con otros compañeros, no pasa nada: simplemente el contacto se reduce al imprescindible para la realización de la actividad laboral en cuestión.
Ello no impide además que el vínculo y la motivación con una empresa se reduzca. Al contrario, el trabajador encuentra la motivación en lo que realmente le importa al empresario: la actividad que realiza. Una persona que trabaja en algo con lo que se sienta plenamente identificado y que se adecúe al máximo con sus intereses y aficiones no necesita integrarse en grupo alguno para trabajar en plenas condiciones. En cambio, si lo que realmente hace que el empleado se sienta vinculado a su empresa es el grupo con el que trabaja, quizá el problema es que ese empleado no está en el lugar que realmente desea.