Oscuro Claro

Piensa por un momento lo siguiente: ¿Cuándo fue la última vez que llamaste a través de una cabina telefónica? Si tu respuesta es «Ah, ¿pero todavía hay cabinas telefónicas en las calles?», tranquilo, no eres la única persona que, llegados a este punto, había omitido directamente la existencia de las cabinas en España. Pero sí, en la era de los smartphone todavía siguen estando presentes en algunos puntos de las ciudades españolas. Un instrumento en desuso que se mantiene prácticamente como un elemento decorativo, pero que ocupa un espacio en la vía pública que podría ser aprovechado. Por razones que desconocemos, las clásicas cabinas con dos teléfonos enfrentados el uno al otro se han quedado con un solo teléfono, dejando así un espacio libre que no tiene un uso determinado. Por lo menos hasta que una acción ciudadana espontánea ha tomado las riendas y ha decidido que ese espacio puede ser aprovechado para beneficio de todos los transeúntes de la ciudad de Palma. Y qué mejor forma de describir esa intervención que con una imagen de la cabina:

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Sí, se trata de un punto de intercambio de libros. Una propuesta sencilla y de la que todo el mundo puede ser partícipe. Lo podemos encontrar en algunas cafeterías, y se asemeja en sus objetivos a las iniciativas de bookcrossing, que no es otra que conseguir que la cultura fluya. Introduce al elemento cultural un aspecto que se relaciona con un juego en el que puede participar quien quiera, y que fomenta un poco más la conexión entre personas de la ciudad. Es, en definitiva, una iniciativa que fomenta la cohesión social.

Dicha intervención se practicó en una cabina telefónica de las Ramblas por primera vez el pasado 12 de junio, llegando incluso a hacerse eco algunos medios locales. Sin embargo los inicios de esta biblioteca callejera no han sido precisamente fáciles. En dos ocasiones los libros fueron tomados sin reponer ninguno en su lugar, dejando la cabina vacía. Pero la peor parte llegó cuando, 5 días más tarde, operarios de limpieza de EMAYA desmontaban ese espacio de intercambio de libros, como muestra la imagen:

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Un triste final para una iniciativa estupenda.

¿Final? Quizá debería decir que se trataba del principio. Como ha sucedido tantas otras veces, cuando las personas perciben que se está cometiendo una injusticia con una acción ciudadana que consideran positiva para su localidad, el efecto Streisand pasa a aumentar muchísimo más la difusión de la acción. Así, la retirada de la estantería, que fue tirada a la basura con una cantidad numerosa de libros, provocó el enfado de mucha gente, que observaba que algo que podía enriquecer a toda la ciudad era no solo retirado sino que además era tratado como porquería.

Se ignora de quién procede la petición de retirada, si bien desde Telefónica afirmaron que el interior de las cabinas se considera espacio público por estar en suelo público, negando haber tenido responsabilidad por la acción de EMAYA. La decisión puede venir por la denuncia de algún vecino, o bien por la propia dirección de la empresa. Sea como fuere, una decisión desafortunada que no ha hecho más que avivar la fuerza con la que se empezó la intervención.

Esta mañana nos hemos despertado con la buena noticia de que la biblioteca vuelve a estar operativa, y además por partida doble. Además de volver a su punto original en La Rambla, 17 ‪#‎estoesunabiblio‬ han colocado un nuevo punto de intercambio de libros en la Plaza París, esquina S’Escorxador.

EMAYA deberá pensarse dos veces retirar nuevamente las bibliotecas de las cabinas telefónicas, pues repetir de nuevo la misma situación solo llevaría a que la acción tuviera aún más eco que en la primera ocasión, provocando una respuesta cada vez más combativa de la gente. Me resulta además interesante criminólogicamente hablando ver cómo serán capaces de aguantar las bibliocabinas sin que alguien se vuelva a llevar todos los libros de nuevo. En este sentido, dependerá del grado de implicación que adquieran los ciudadanos con la cabina. Si se identifican con dicha acción, la vigilancia ante cualquier anomalía será el mejor modo de cuidarla ante posibles gamberradas. Por otro lado, ante una hipotética sustracción de libros, la reposición constante de la biblioteca puede terminar por disuadir de ese tipo de acciones. Sea como fuere, las medidas de control pasan aquí por el mimo con el que tratemos todos una iniciativa tan enriquecedora como esta.

Estoy expectante por ver su evolución.

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