Casi sin querer, me he topado con un interesante documento histórico. Se trata de una novela policiaca ambientada en una prisión española en los años 50, y escrita por un tal Cargel Blaston (o Ángel Blasco, su nombre real), del que no he conseguido obtener por ahora detalles sobre su vida, más allá de su dedicación a la escritura de novela negra.
En el libro, titulado “crimen en la prisión”, he podido encontrar, en el breve repaso que le he dado, varios fragmentos en los que se exponen pensamientos criminológicos de la época, y que para un servidor le parecen cuanto menos curiosos. Os dejo algunos de ellos:
Sobre los carteristas:
“Los carteristas profesionales tienen una psicología especial. Salvo casos rarísimos son todos irrecuperables. Su especialidad delicitva les proporciona dinero con rapidez, y la condena que se les impone casi nunca es muy grande”
El Inspector de Policía, a un presidiario que hizo uso de su derecho a volver a prisión aún gozando de libertad condicional:
“Cuando un delincuente regresa a la cárcel tiene un motivo poderosísimo para hacerlo. Tu motivo no es que pretendas regenerarte, pues quien se regenera busca trabajo en cualquier sitio, pero no vuelve a la cárcel”
Sobre las fugas de prisión:
“Los penados se valen de muchos medios misteriosos para preaprar fugas, para recibir noticias de sus compinches del exterior, incluso para preparar “golpes” desde la cárcel. Nosotros, los de Prisiones, estamos en constante lucha con sus astutas mañas y apenas decubrimos una forma, hasta entonces secreta, de comunicación, ellos inventan una nueva”
Sobre el móvil del crimen:
“Tanto en este asesinato como en cualquier otro, el número de móviles que pueden haber empujado al criminal es muy limitado: celos, venganza, autodefensa, discusión violenta, robo, complejo de inferioridad o cualquier tipo de anormalidad mental, temor a verse delatado, fanatismo político, patriótico o de secta y defensa de tercera persona. En cualquiera de estos nueve grupos es factible encasillar todos los móviles de asesinato”.