Hoy hemos abierto el curso de Anomics sobre , dentro del pack de cursos sobre análisis de entornos laborales y riesgo de conflicto en las organizaciones (al que puedes apuntarte hasta final de mes con un 23% de descuento). En la primera lección hemos llevado a cabo una reflexión sobre a qué tipo de liderazgo se puede aspirar en un contexto socioeconómico dominado por el liberalismo.
Uno de los problemas a la hora de reducir el riesgo de conflicto en una empresa estriba en la propia naturaleza del sistema, que premia por encima de cualquier otra cosa el beneficio económico antes de priorizar cuestiones relacionadas con la humanidad de la compañía o la preocupación por el entorno directo en el que se mueve la compañía. En un ecosistema como el que nos encontramos, el liderazgo ético, por muy bien que suene y por bien que se venda, incluso demostrando que puede mejorar el rendimiento en la empresa, tiene complicado posicionarse entre las compañías más poderosas a nivel global. Es entonces cuando debemos resignarnos a que en una situación como la actual, el conflicto en la empresa y las conductas antisociales estén más presentes de lo que debieran ante la presión por ganar a costa de lo que sea y de quien sea.
Esta primera reflexión, con claros tintes de criminología crítica, no puede ser considerada la causa fundamental por la que se genera tensión y conductas antisociales en una empresa, pero sí que nos sirve para entender que la estructura del sistema limita las posibilidades de los responsables de una empresa de reducir la conflictividad. Por muy buena voluntad con la que entres a dirigir a un grupo de empleados, si estos cuentan con sueldos por debajo de lo admisible y con unas condiciones laborales indignas, es difícil pensar en la posibilidad de generar buen ambiente. El papel del responsable de dirigir una organización en este caso es el de minimizar al máximo ese riesgo teniendo en cuenta que no va a poder hacer milagros a no ser que el tipo de empresa en el que se encuentra sea de las que rompe por completo con el estatus quo actual del tejido empresarial (modelos de empresas cooperativas, o empresas con sistemas novedosos como el holacrático).
Debemos ser conscientes de que, si bien se pueden cambiar ciertos aspectos que mejoren el clima laboral de una empresa, estos nunca serán suficientes en un contexto donde la organización se sitúe un peldaño por encima de la persona.