¿Qué es ser disruptivo? Romper las reglas, pensar fuera de la caja, trasladar una idea hasta ahora inexplorada, una forma de pensar genuina…o una simple burbuja.
Así se podría sintetizar la conclusión que parece sacar el reconocido periodista Dan Lyons en su libro “Disrupción. Mi desventura en la burbuja de las startups” (Capitán Swing, 2021). Una hilarante aventura en la que el autor cuenta de primera mano los entresijos dentro de la startup tecnológica de Inbound Marketing Hubspot, dejando entrever un ecosistema laboral con muchas más sombras que luces.
La obra, publicada originalmente en 2017, tuvo una repercusión sin precedentes dentro del entorno de Silicon Valley, destapando la aparente imagen de ambientes idílicos en los que cualquiera desearía trabajar a priori.
El error
La historia de Dan comienza tras un inesperado despido en la revista Newsweek, sumida como tantas otras en la crisis editorial y de liquidez del sector periodístico. El autor se sume en el delicado limbo del mercado laboral estadounidense, con el condicionante de haber superado la cincuentena de edad, hasta que un buen día se topa con una oferta de creador de contenidos publicada en LinkedIn por Hubspot, una startup tecnológica dedicada que puso su foco de atención en desarrollar la idea del ya asentado marketing de contenidos.
Dan tenía ganas de hacer una incursión en un sector del que se había dedicado a hablar largo y tendido, y en un contexto en el que a las startup tecnológicas les llovían millones a pesar de la viabilidad de sus negocios, consideró que podía ser una buena oportunidad hacer una incursión desde cero.
Una incursión en Hubspot que, lejos de convertirse en una experiencia enriquecedora, terminó por convertirse ser uno de los episodios más agrios en la vida del autor.
La alegre secta Startup
Uno de los aspectos en los que el autor hace énfasis a lo largo del libro es en la forma peculiar forma de comunicarse entre el equipo de trabajo. Una forma en la que los calificativos superlativos estaban a la orden del día, con ese reiterado “formidable” que aparecía en gran parte de las cadenas de correos electrónicos, y donde los comentarios críticos, ácidos o irónicos para valorar el trabajo realizado o las propuestas que se formulaban era observado como algo impropio y hostil con los demás.
Un lenguaje de la positivización de la realidad que ocultaba un entorno que seguía siendo tanto o más hostil que el de cualquier otra empresa. Ese retorcimiento del lenguaje se ejemplifica en la forma que tenían de expresar un despido: los desaparecidos en combate pasaban a ser graduados a través de un amable correo de despedida en el que se les deseaba lo mejor.
No faltaban también los prototípicos mensajes de autoidentificación de los empleados, como el hecho de reiterar que tenían “sangre naranja”, como si de una especie de raza especial se tratara.
Todo lo anterior, unido a un ambiente de juergas y extrañas fiestas y reuniones con ositos de peluche en el centro de la mesa hacen que el autor sintiera estar dentro de una suerte de secta-hermandad universitaria llena de jóvenes precarios enfrentándose a su primera oportunidad laboral.
Comando inepto
Dan Lyons describe el funcionamiento de Hubspot como un conglomerado de empleados repleto de mandos intermedios sin capacidad, madurez ni experiencia para afrontar con garantías sus puestos de trabajo. Un comando de ineptitud sumido en el caos, sin una visión, misión y valores demasiado clara y todavía menos una hoja de ruta realista.
Sin embargo, estos mandos intermedios conseguían mantener su estatus a pesar de sus hilarantes propuestas o de sus ineficaces líneas de trabajo. Un ruido que en ocasiones cotiza al alza y triunfa en las empresas (o mejor dicho, es bien percibido por los jefes) por delante del trabajo más riguroso pero discreto.
Acoso y derribo
Uno de los episodios más crudos del libro es el que cuenta hasta que punto el personaje de Trotski (nombre ficticio), uno de esos mandos intermedios a priori repletos de buenas palabras hacia los demás, que inicia una estrategia de acoso constante sobre Dan.
La descripción de los diferentes episodios donde se sucede el trato vejatorio hacia el autor se cuentan de forma muy desenfadada, a pesar de lo cual no se banaliza la gravedad de la situación vivida. Una serie de episodios que, como ya hemos comentado en este blog en otras ocasiones, muchas veces cuenta con la connivencia de otros compañeros de trabajo.
Lluvia de millones, a pesar de todo
Una de las críticas sostenidas de forma constante en el libro es la forma de proceder de muchas empresas de base tecnológica, sostenidas no tanto por el deseo de crear un producto realmente genuino o innovación tecnológica real sino por ser capaces de inflar año tras años sus ingresos con la intención de realizar su incursión en la bolsa. Un proceso por el cual estas empresas son capaces de declarar pérdidas año tras año sin que se ponga en duda su modelo de negocio. Lo importante no es cuánto se pierda por el camino, es todo lo que lo que los fondos de inversión pueden llegar a embolsarse durante todo ese proceso. Da igual si la empresa es rentable o tiene futuro, solo tiene que parecerlo.
Y Hubspot no fue una excepción. Con la entrada en el mercado de valores dieron un paso adelante con el que sus valores no habían hecho más que crecer hasta hace el pasado 12 de noviembre, fecha desde la que ha descendido el valor de sus acciones en casi 150 dólares.
Un hundimiento progresivo en parte provocado por la guerra declarada por Apple a los sistemas de seguimiento propios del email marketing, y que tras las modificaciones de iOS imponen una barrera al rastreo de las interacciones con los correos electrónicos. No es el único caso: Salesforce, otras de las empresas dedicadas al email marketing y la automatización de contenidos por correo, se ha desplomado al mismo ritmo.
Pero como decimos, no es algo que preocupe en exceso a los grandes fondos de inversión: el crecimiento de Hubspot entre marzo de 2020 y noviembre de este año fue de casi 700 dólares la acción, una eclosión sin precedente en la empresa hasta entonces. Como bien dirán sus empleados: una situación formidable.
Demasiado viejo para ser disruptivo
Dan Lyons cuenta con una perspectiva interesante desde el momento en el que se introduce en una startup a sus cincuentaylargos, teniendo en cuenta la edad media que suelen manejar estas empresas de base tecnológica. Un hecho por el cual era percibido como una especie de bicho raro, alguien fuera de la onda, sin esa sangre naranja que hemos mencionado.
Su experiencia y su versión en Hubspot, aunque solo pueden calificarse desde una perspectiva subjetiva y sesgada por la mirada del autor, sí que dan buena cuenta de que no es oro todo lo que reluce en los espacios donde el ambiente laboral parece ir a la vanguardia o busca convertirse en un espacio de convivencia y diversión. La denuncia de Lyons muestra que detrás de ese sistema de divertidos beneficios empresariales se esconden las mismas o peores condiciones de precariedad que se encuentran en otras empresas.
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