Oscuro Claro

En un mes pueden pasar muchas cosas. O pasar pocas. O no pasar nada. No hay nada profundo en lo anterior, es solo una constatación de hecho. Hay meses en los que te das cuenta que no estás inmerso en una crisis existencial que precede a la inminente celebración de tu 30 cumpleaños, sino que la vida en sí misma te aboca a ese estado permanentemente.

Asumido este axioma, recuperas parte de tu pensamiento crítico y vuelves a encontrar entretenimientos donde nunca te llevas decepciones: en la búsqueda permanente del conocimiento (aunque el Instituto Nacional de Estadística te cobre una millonada por acceder a él). Empiezas a leer artículos en torno al estrés laboral y sus nefastas consecuencias, y ves cómo en todos los estudios se refleja hasta qué punto la sobrecarga de trabajo es el principal factor que causa el estrés, ya sean trabajadores del sector hotelero, policías o cualquier profesional sea del tipo que sea. Se mire como se mire, no nos gusta trabajar más de la cuenta, pero tampoco soportamos no trabajar, algo que quizá deba plantearse en un futuro si la sociedad post-trabajo que vaticinan algunos termina siendo una realidad. De todos modos, la sensación de que no aprendemos de nuestros errores me hace pensar que hasta que no nos encontremos de sopetón con una situación así no tomaremos medidas. Probablemente los únicos seres preparado para el futuro que se nos viene encima serán el UHUPRO SUPERWORKER y los gurús-vende-sueños-todoesposibleydependesolodeti.

Por mi parte, no creo que vaya a salvar al mundo con ninguno de mis actos (recientemente actualizados en mi CV), pero lo que sí tengo claro es que no me voy a callar nada de lo que pienso. Si hay que ser crítico con una universidad (con la ayuda fundamental de otros colegas de profesión que aprietan fuerte) porque realiza una acción a todas luces incorrecta hay que decirlo a las claras, sin ninguna clase de tapujos. También es importante reprocharles su conducta a quienes se creen que por ver muchas series policiacas ya se consideran con criterio para encontrar al culpable de un delito desde el sofá de su casa. Y más sabiendo lo fácil que es que el ser humano sea engañado por sus sentidos.

De las críticas, a veces quizá demasiado ácidas, se pueden sacar siempre conclusiones positivas mientras no se entre directamente en el plano del reproche personal. El comportamiento de los individuos no es fácil de modificar, y por eso creo que el trabajo crítico sobre las estructuras sociales es mucho más fructífero a la hora de promover el cambio.

En otro orden de cosas, últimamente pienso mucho en lo que haría Nietzsche si viviera nuestros tiempos. ¿Sentiría vergüenza ajena viendo como la desgracia de los demás se convierte en espectáculo? ¿Entraría en cólera viendo como los que promueven creencias absurdas llenan sus bolsillos de billetes? ¿Optaría por alejarse todo lo posible de cualquier conexión social con los demás? Creo que en los tres casos la respuesta sería afirmativa, pero mejor dejémosle en paz, que ya sufrió lo suyo en el siglo XIX.

Sea como fuere, y a pesar del sufrimiento y el esperpento en el que nos sume en ocasiones la vida, no cambiaría ninguno de mis días del mes de marzo. A pesar de la fragilidad de mi cuerpo los 3 meses de entrenamiento para la maratón dan sus frutos. Además, he recuperado al 100% el placer de escribir, así que quién sabe si próximamente publicaré un nuevo ebook con el material que estoy recopilando. Y en todo eso el reto de los 300 días, ahora más sofisticado que al principio, tiene parte de culpa.

Y sobre todo algo de lo que estoy plenamente convencido: vaya donde vaya la música siempre será mi mejor compañera.

Fotografía de Unsplash
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