Probablemente habrás utilizado el término esquirol para criticar a alguien, un término que se emplea para hacer referencia a los trabajadores que, ante una declaración de huelga, deciden no secundarla y siguen trabajando. Carlos Pérez Vaquero explicó hace un tiempo el origen de este acepción tan popular, que surgió en tierras catalanas:
“Según la tradición popular, a los habitantes del pueblo L´Esquirol-Santa María de Corcó (comarca de Osona, Barcelona) se les llamaba esquiroles porque en una famosa posada del pueblo, situada en el camino de Vic a Olot, tenían en el vestíbulo una ardilla (esquirol, en catalán) de mascota. Cuando a mediados del XIX, empezaron a convocarse las primeras huelgas en las empresas textiles catalanas, los habitantes de aquel pueblo –los esquiroles– se ofrecieron a cubrir los puestos que dejaban vacantes los huelguistas del cercano Manlleu, la capital del Ter. Desde entonces, su gentilicio empezó a utilizarse, despectivamente, para designar a los trabajadores rompehuelgas.”
En 2013 el inclasificable ¿artista? balear Toni Nievas dirigió una divertida película con presupuesto low-cost titulada Como todas las mañanas. Con la participación de actores como Berto Romero, Dani Mateo o Félix Maestro, presenta la vida de una serie de personas en tiempos de crisis: desde un profesor universitario que vive en la calle, un actor en paro que se ve obligado a volver a casa de sus padres, o una chica que no acepta amistades ni compañeros de piso que no tengan trabajo.
Sin embargo, el personaje que más me gusta es de Andrés, interpretado por Dídac Alcaraz, que representa a la perfección el prototipo de lo que sería la figura del esquirol. Lo mejor que puedo hacer, en lugar de describirlo, es que lo conozcáis:
¿Son en realidad tan negativos este tipo de empleados que se someten a cualquier clase de dictado de su empresa? Pongámoslo en una balanza de pros y contras. Respecto a las ventajas de tener a alguien así en tu organización:
- Respetará siempre las directrices que le impongas.
- Nunca hablará mal de la organización.
- Se sacrificará siempre que sea necesario por la empresa.
- No te pedirá rendir cuentas si realiza horas extra.
A priori parecen razones más que suficientes para contar con un esquirol. Sin embargo, en su contra tienen el hecho de:
- Generar antipatía entre los compañeros de trabajo que se encuentran al mismo nivel.
- Contribuir a que las condiciones de trabajo sean degradadas.
- Al no contar con sentido crítico hacia la empresa, tampoco remitirá deficiencias de funcionamiento a sus superiores aunque las haya.
Puede haber empresas que, poniendo en balanza lo anterior, prefieran contar con un empleado como Andrés. Sin embargo, este perfil sumiso puede convertirse a veces en una bomba de relojería cuando existe rechazo con los compañeros de trabajo. Cuando para que una empresa funcione hace falta un buen trabajo en equipo, el grado de cohesión de los empleados será el que marcará la diferencia. Y es ahí donde este tipo de perfiles puede resultar muy perjudicial. Del mismo modo, al facilitar la degradación de condiciones hace que el trabajo de todos los compañeros no solo perjudica a los demás sino que termina por perjudicar a su propia productividad.
Las opciones están ahí, ahora depende de ti ver qué prefieres contratar.