Boyd Anderson era un hombre de empresa, de esos que hace carrera en un mismo lugar de trabajo. Empezó a trabajar en Tone Master Radio en 1945, momento en el que la corporación iniciaba su expansión. Durante 25 años Boyd siguió la misma evolución que la empresa: a medida que se expandía, él ascendía de categoría, llegando a ocupar un puesto de vicepresidente en 1970.
Sin embargo, la llegada poco después de un nuevo jefe, más jóven y con ganas de llevar a cabo grandes cambios para reconducir a la compañía, rebajó a Anderson a un puesto de mucha menor responsabilidad, haciendo funciones básicamente administrativas.
Boyd Anderson se había acostumbrado en los años previos a beber alcohol en las comidas de empresa que se realizaban con los clientes, formaba parte del protocolo habitual de estos encuentros. Una vez se le rebajó de rango, ya desterrado de la responsabilidad de reunirse con clientes, empezó a beber cada vez más alcohol. A pesar de su insistencia en ocupar un cargo de mayor responsabilidad, desde la empresa se le negaba dicha posibilidad. Su confianza iba disminuyendo en la misma proporción que aumentaba su consumo de alcohol. Él, que había sido tanto para la empresa, se sentía humillado por el trato recibido. Parecía que era el fin de su carrera profesional. En 1973, cuando tenía 58 años, se le conminó desde la empresa a aceptar la jubilación anticipada. Tan solo un mes más tarde, fue encontrado sufriendo un episodio de coma etílico.
Llegados a ese punto, Boyd denunció a la compañía reclamando más de un millón de dólares. Según su visión, el trabajo había provocado sus problemas de alcoholismo, ya que debido la tensión que debía soportar cuando ocupaba cargos de mayor responsabilidad se veía obligado a paliarlo con el consumo de alcohol. Además beber era algo normalizado dentro de las reuniones con clientes, y por eso consideraba que la empresa tenía parte de responsabilidad en su problema.
Este caso fue publicado y comentado en 1978 en la revista Hastings Center Report. Se trata de uno de los primeros casos en los que se menciona la relación entre alcoholismo y trabajo. Y si bien nadie está obligado a beber alcohol, sí que existen una serie de precipitadores en el ámbito laboral que pueden facilitar que se produzca esa situación. Principalmente se ha estudiado la correlación entre estrés laboral y consumo de alcohol.
Harris y Fennell fueron de los primeros en realizar un análisis multivariante que relacionara estrés laboral y consumo de alcohol (1988). Según sus tesis, parcialmente probadas en el estudio, el consumo de alcohol incidía principalmente en aquellos casos en los que la persona consideraba que el alcohol resultaba útil para reducir el estrés. Una percepción que, por otra parte, se encuentra bastante extendida, pero no por ello es totalmente cierta. En realidad lo único que consigue el consumo de alcohol es hacer olvidar temporalmente que existe un problema dentro del lugar de trabajo, y puede servir a muy corto plazo, pero nunca a largo plazo. En cantidades moderadas es posible aliviar el estrés temporalmente, pero no resolverlo.
Azagba y Sharaf (2011) analizaron la incidencia del estrés laboral en el consumo de tabaco y alcohol. Los resultados mostraron una incidencia significativa en la intensidad del consumo de tabaco entre los fumadores ocasionales. A la vez, se daba un mayor consumo de alcohol en los casos de bebedores habituales. Liu, Wang, Zhan y Shi (2009) realizaron a través de un sistema de encuestas telefónicas un muestreo sobre el consumo de alcohol y su relación con el estrés laboral. Los resultados mostraban una incidencia significativa del consumo de alcohol y el deseo de consumirlo cuando el estrés en el trabajo era mayor. Este consumo se agudizaba aún más precisamente entre aquellos trabajadores que se implicaban en mayor grado con su labor, del mismo modo que aquellos que presentaban mayor tendencia a la ansiedad.
Es importante tomar conciencia de las consecuencias que puede tener ese consumo de alcohol en el trabajo. Hay que tener presente que las alteraciones fisiológicas y psicológicas que puede tener el consumo en el ejercicio de ciertas actividades lleva no solo a disminuir el rendimiento, sino también a aumentar el riesgo de siniestralidad en el trabajo, sobretodo para aquellos que han de manejar vehículos de forma habitual o han de manejar maquinaria compleja. Ser capaces de reducir el estrés laboral, y detectar cuándo un caso de consumo de alcohol va ligado al trabajo, ayudarán a reducir el impacto negativo que producen dentro de las empresas.