Nadie puede poner en duda que la profesión policial es una de las más estresantes que las personas pueden llegar a ejercer. No tanto por llevar una actividad frenética sino por la intensidad de algunas de las labores a las que se deben enfrentar. En tanto legítimos ejecutores de la violencia, deben ser capaces de hacer uno uso adecuado de esa potestad cuando les toca hacer frente a una situación de tensión.
Sin embargo, saber cuándo y de qué modo hacer uso de la fuerza no es un ejercicio sencillo, y por ende puede dar lugar a acciones donde el uso de la fuerza pueda ser percibido como indiscriminado. Un problema que se palía en la medida en la que la formación que reciben los cuerpos de policía sea de mayor o menor calidad. Sin embargo, los policías, como el resto de seres humanos, son personas. Y como cualquier otro, pueden tener días mejores y peores, con la diferencia que ellos no se pueden perdonar tener un día malo. Es conocido de hecho el tabú existente sobre aspectos emocionales dentro de los cuerpos policiales, donde parece inadmisible padecer depresión. Algunos autores apuntan que esa falta de concienciación está detrás de la muerte de algunos agentes que han fallecido en la línea de fuego tras tomar decisiones precipitadas por no encontrarse en las mejores condiciones emocionalmente hablando. A éstos hay que sumar, como ya hemos comentado alguna vez, los suicidios que se dan en los cuerpos de seguridad.
En 2006, Manzoni y Eisner intentaron averiguar hasta qué punto aspectos como el estrés al que es sometido un agente de policía, la satisfacción en el trabajo, el compromiso con la institución o el síndrome de burnout incidía en un mayor o menor uso de la fuerza. Para ello, realizaron un muestreo a más de 400 policías de Zurich, Suiza. A pesar de que los autores anticipaban en sus hipótesis que se trataba de factores que podían incidir en el mayor uso de la fuerza, el análisis multivariante realizado no confirmó dichas hipótesis, lo cual implica que, a pesar de la afectación que puedan sufrir en alguno de esos aspectos, los policías son capaces de discernir sobre el uso de la fuerza sin que esos aspectos determinen una u otra decisión.
Eso no significa que no se deba prestar atención dentro de los cuerpos de policía a aspectos tan importantes como la reducción del estrés o el soporte a la organización. Si bien no se ha mostrado un vínculo con un uso más indiscriminado de la fuerza, sí guarda estrecha relación con la mayor implicación en el ejercicio de sus funciones.
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