Esta semana el suplemento Innovadores de El Mundo realizaba una interesante entrevista al especialista en tecnología Enrique Dans. Como siempre hace en el blog, sus análisis van un paso más allá del mero aspecto técnico de los avances tecnológicos y lleva a cabo una profunda reflexión en torno al impacto que va a tener sobre el trabajo la creciente aceleración tecnológica que venimos experimentando en los últimos 20 años:
“Buena parte de los oficios de los que la gente vivía van a desaparecer. Estamos yendo a una sociedad en la que para producir los mismo tendremos que trabajar mucho menos, lo que quiere decir que menos personas tendrán trabajo. Es decir, que todos aquellos que solo ‘trabajan para vivir’, lo van a perder. Los que van a tener trabajo son los que ‘viven para trabajar’. Los que trabajan en algo que de verdad les gusta, les llena, les motiva y lo hacen porque lo quieren hacer y además generan los recursos… No sé, igual a la sociedad de dentro de poco tendremos que llamarla ‘Sociedad post-trabajo’. El nivel de esfuerzo físico será menor, la productividad se re-definirá, y lo que es un ‘puesto de trabajo’ también, etc. Ya está sucediendo. ¿Cuánto tiempo tardaremos en ver cosas que a nosotros nos parecen inverosímiles, como mi trabajo actual le parecía a mi abuelo? También puede que haya algo de eso y no solo lo que se está ‘destruyendo’”
Dans es contundente en lo que respecta a la desaparición del trabajo productivo propiamente dicho, el tradicional, y da a entender que su desaparición es inevitable (economistas como Niño-Becerra o Jeremy Rifkin apuntan hacia tesis similares). Apuesta además por aquéllos que ‘viven para trabajar’ como los únicos que podrán tener garantizado un puesto de trabajo en el futuro. Este concepto no debe ser entendido como el de una persona que se abandona por completo al trabajo sacrificando el resto de su vida, sino que precisamente va en relación con el concepto desarrollado en un post anterior de “pasión armoniosa”. Lo aclara Dans cuando comenta respecto a estos que son “Los que trabajan en algo que de verdad les gusta, les llena, les motiva y lo hacen porque lo quieren hacer”.
Cuando refiere el concepto de ‘sociedad post-trabajo’ no está adelantando en realidad algo completamente descabellado o utópico, sino precisamente un fenómeno que ya emerge, en tanto la difuminación entre vida laboral-vida ociosa se está efectuando a modo de ruptura total de los patrones tradicionales en los nuevos puestos de trabajo que emergen de la eclosión tecnológica. El paradigma más claro de esa difuminación es la cada vez más común ausencia de horarios, donde a la vez es inevitable el hecho de estar siempre presente, aunque sea virtualmente. Se puede explicar de un modo que sonará incluso paradójico: no se trabaja nunca, pero nunca se deja de trabajar. Si a ello añadimos que la eliminación de barreras físicas ha implicado la generación de un mercado laboral global en detrimento de un cada vez más mermado mercado laboral nacional, y que la mecanización de todos los procesos productivos está cada vez más cerca, las afirmaciones de Enrique Dans suenan casi a perogrulladas de las que la sociedad aún no es del todo consciente.
La clave va a estar entonces no tanto en la capacidad de la persona en tanto objeto, sino precisamente en las cualidades que lo diferencian como persona respecto de las demás. En definitiva, el conocimiento técnico va a resultar cada vez más fundamental para la proyección profesional, y no tanto la mano de obra que uno sea capaz de proveer.
Es en parte por ello que Enrique aboga por los apasionados armoniosos con el trabajo como los que acabarán contando con una mejor proyección y prosperidad labora, ya que son precisamente los que más se desviven por saber de una materia o disciplina concreta.
Quien sabe si no será el inevitable progreso tecnológico el que precisamente conseguirá algo que creo que es un paso imprescindible para el bienestar de una sociedad: conseguir que todos estén plenamente satisfechos con su papel dentro de la sociedad.
Esto ya lo dijo keynes hace 100 años.
Lo que no hay que olvidar es que nuestra sociedad está basada en el consumo, no en el trabajo. Para consumir necesitamos dinero que obtenemos trabajando, así que mientras sigamos comprando todo lo que nos venden seguiremos trabajando cada vez más.