Karl Marx definió el concepto de alienación laboral como “el resultado de una contradicción entre el trabajo de un empleado y su propia naturaleza humana […] como un conjunto de disfunciones generadas en el individuo por la mencionada fricción de su condición humana contra la estructura de la sociedad capitalista de la época” (Caamaño y Manrique, 2010).
Así, ante la escasez de identidad del individuo con la organización se generan una serie de sentimientos en el empleado que afectan a su rendimiento.
Así mismo, Caamaño y Manrique realizaron un estudio en el que intentaban correlacionar las conductas desviadas en la empresa con la alienación laboral. Para ello, partieron de la ampliación del constructo multidimensional de alienación laboral expuesto por Mottaz a partir de las tesis de Seeman, en el que se presentan tres rasgos dentro de la alienación: powerlessness, meaninglessness y self-strangement.
El powerlessness se refiere al sentimiento en el que un empleado experimenta “ausencia de control o impotencia sobre el desempeño de su trabajo diario” (Caamaño y Manrique, 2010). En cambio, el meaninglessness se referiría a la sensación por parte del empleado de que su trabajo no es relevante en el proceso productivo de la organización. En este sentido, es una sensación muy común entre empleados que creen estar trabajando en puesto de menor rango para el que están preparados, o cuando la tarea que realizan no les resulta intelectual o físicamente compleja. Finalmente, el self-strangement estaría presente cuando el trabajador no se siente realizado con la labor que desempeña.
Según los autores del estudio, estas tres facetas de la alienación laboral derivarían en un incremento de las conductas desviadas sobre:
- La propia organización
- Los compañeros de trabajo
- Los propios clientes
Sin embargo, el estudio no generó los resultados esperados. En este sentido la muestra utilizada, profesores de enseñanza secundaria, implica dificultades a la hora de valorar una correlación entre alienación laboral y desviación social sobre los clientes, principalmente porque no parece aceptable la consideración de los alumnos dentro de esa categoría. Estamos hablando de una relación que poco tiene que ver con la venta de un producto o servicio.
Así mismo, sí se resalta la importancia de uno de los resultados inesperados. Y es que se observó una relación significativa entre comportamiento desviado en el trabajo y alienación laboral, pero contrario a lo hipotetizado, lo que se reflejó es que precisamente cuanto más alienado se encontraba, menos tendente al comportamiento desviado era el empleado.
Esto resulta coherente con el estudio de Avey, Holley y Wu (2015) que presentamos recientemente, y que mostraba que los niveles de frustración ante un jefe abusivo descendían a medida que la relación de dependencia se acrecentaba. En este sentido, lo que asemeja a ambos estudios (además de que en los dos las hipótesis fueran opuestas a los resultados finales) es que el empleado adopta una actitud pasiva en lugar de una actitud combativa con la organización. Como ya apuntamos, a medida que la relación de sometimiento es mayor, menor es el riesgo de que se dé un comportamiento desviado.
Sin embargo, eso no debe invitar a las empresas a adoptar una postura que acabe por alienar al sujeto. Esa pasividad no se traslada solo a la sumisión al jefe o a la ausencia de conductas incorrectas, sino a todas las esferas del trabajo del empleado, conllevando el decrecimiento paulatino de su rendimiento.