La semana pasada El Mundo ponía en conocimiento el malestar de los funcionarios del Centro Penitenciario de Alcalá de Guadaira por el trato de favor que estaba recibiendo Isabel Pantoja por parte de la dirección del Centro. Un malestar emergente no solo entre los funcionarios sino también entre las reclusas, que observan la arbitrariedad en el trato según la persona, y cuya situación aumenta considerablemente el riesgo de amotinamiento. Situación confirmada por el sindicato ACAIP y negada por la directora del centro, María Isabel Cabello, quien afirmó que las quejas procedían de dos funcionarias malintencionadas. No dudó en considerar además que estas clases de noticias “pueden crear un mal ambiente”. Sin embargo, una vez más se confunde la causa con la consecuencia, y la noticia es solo la consecuencia de un ambiente que se ha demostrado que está realmente crispado, como lo ejemplifica que 56 de los 87 funcionarios del centro hayan ratificado la noticia de El Mundo. En el comunicado de los funcionarios publicado esta semana se desprenden rápidamente las razones de ese malestar dentro de la institución, que nos muestra una organización que a día de hoy se encuentra resquebrajada:
[lobo_icon size=”fa-tn” icon=”fa-chevron-circle-right” color=”” break=”float”] El Equipo Directivo no escucha a los funcionarios. Para el buen funcionamiento de una organización resulta fundamental que los empleados sean escuchados y atendidos ante cualquier petición que realicen, y con quienes se debe tener siempre una actitud receptiva, que no es lo mismo que aceptar cualquier demanda que tengan. Sin embargo, del comunicado se desprende que la atención a los comentarios que realizan los funcionarios es nula, lo que genera una desconexión total entre equipo directivo y el resto de los miembros de la institución: “En las reuniones diarias de los Encargados de Departamento con la Subdirectora […] en varias ocasiones sale la problemática que suscita la interna citada […] cuando se trasmite a la Subdirectora el día 9 de junio la gravedad de la situación […] la Director ordena suspender las reuniones […] rompiendo toda vía de comunicación formal e informal”. Una institución que evidencia que sus trabajadores no son escuchados, sino que sucede todo lo contrario, son ninguneados, evidentemente solo puede reportar una ruptura en el buen funcionamiento del lugar de trabajo, y eso es algo muy grave cuando además estamos hablando de un establecimiento penitenciario, donde una deficiente gestión del lugar puede provocar acciones violentas. Esta desatención a las reclamaciones de los funcionarios cuando se les acusaba de utilizar las reuniones para “hacer campaña electoral”, y que añaden a esa desatención un menosprecio latente desde la dirección del centro.
[lobo_icon size=”fa-tn” icon=”fa-chevron-circle-right” color=”” break=”float”] Arbitrariedad en la gestión de la organización. El trato de favor se caracteriza básicamente por un uso indiscriminado del poder dentro de una organización en pro de una persona o grupo de personas. Para que exista un trato de favor hacia alguien debe existir siempre alguien que hace una concesión ajena a la norma, y cuando eso sucede es lógico que provoque enfado dentro de la organización. Tratar a una reclusa “Como si fuera un huésped en su hotel particular” según los funcionarios es un calificativo bastante duro que permite entrever que lo que viene sucediendo en los últimos meses no es precisamente algo propio del normal funcionamiento del centro. Peticiones de “permisividad” de la Directora a los funcionarios, o detalles como que Isabel Pantoja “asiste de forma irregular al taller de confección donde se imparte un curso formativo para el que ella no ha sido seleccionada ni dada de alta” son solo pequeñas muestras de que la gestión del trato a la reclusa distan mucho de asemejarse a la norma con la que se trata al resto de internas del centro.
[lobo_icon size=”fa-tn” icon=”fa-chevron-circle-right” color=”” break=”float”] Mentiras y persecución. Si todo lo anterior no es suficientemente grave y muestra de la desestructuración que parece sufrir este centro, el hecho de que la directora Cabello saliera a los medios a desmentirlo, y que la mayoría de la plantilla haya salido a la palestra para afirmar que “mintió de manera reiterada” son la gota que colma el vaso. Tan grave como generar ese ambiente es negar que existe esa situación de forma pública. Es algo que no debe sorprender desde el momento en el que ha cortado la comunicación entre Equipo Directivo y funcionarios. Unas mentiras que se unen además a la persecución de dos de los trabajadores del centro que no dudaron en denunciar lo que estaba sucediendo: “Dos funcionarias perseguidas y desprestigiadas en su labor […] al dejar constancia por escrito del trato de favor que recibe la interna Isabel Pantoja”. Si ya de por sí supone una disfunción importante no escuchar a los trabajadores, aún más lo es perseguir a aquéllos que muestran sus discrepancias con el funcionamiento del centro de forma pública. Demuestra que lejos de una predisposición al diálogo por parte de la dirección, la intención es ocultar durante el mayor periodo de tiempo posible una situación que resulta ya insostenible, y la desautorización de los funcionarios es un hecho.
La parte final del documento es contundente, desde el momento en que afirma que “no queremos entrar a analizar otras actuaciones del Equipo Directivo […] que van de lo esperpéntico a lo insolidario con respecto a otras internas y que suponen una violación continuada de la normativa”. Veremos qué concluye Instituciones Penitenciarias en la investigación que ha abierto, pero no deberá sorprendernos que implique una renovación de la dirección del centro penitenciario.