Oscuro Claro

El pasado mes de julio salió publicado en la International Journal of Manpower un interesante estudio de Gema Álvarez y Ana I. Sinde-Cantorna  que comparaba el nivel de satisfacción laboral de los auto-empleados en comparación con empleados por cuenta ajena.

Siguiendo tesis previas que han venido poniendo de manifiesto el mayor grado de satisfacción laboral de los autoempleados respecto a los empleados (Hundely, 2001; Bradley and Roberts, 2004; Lange, 2012) el estudio analiza las razones principales que llevan a que se dé este fenómeno.

En los últimos años, sobretodo debido al boom del emprendimiento, se ha querido vender que el autoempleado poseía una serie de cualidades especiales que eran las que le llevaban a tener, por lo general, unos niveles de satisfacción con su trabajo mayores. Sin embargo, el estudio muestra que no hay ningún dato concluyente que atribuya diferencias de caracter psicológico entre autoempleados y empleados. Del mismo modo, también se ha vendido que el autoempleado está más satisfecho por la simple razón de que es más habitual que se dedique a algo que verdaderamente le gusta (algo en lo que este estudio no indaga por cierto).

Sin embargo, la conclusión a la que llegan es que la razón clave de esta diferencia de satisfacción laboral se encuentra en la autonomía y independencia con la que trabajan. Así, lo que comprobaron es que cuando controlaban estas dos variables, el nivel de satisfacción de empleados y autoempleados no era significativamente diferente.

Me parece esta una cuestión tremendamente relevante que debieran tener en cuenta las empresas. No es extraño encontrar casos de empleados que, a pesar de estar contentos con la actividad que realizan, no soportan su trabajo por las condiciones en las que deben realizarlo. La presión y el control al que se ven sometidos en ocasiones, comparable a la estructura de funcionamiento de las prisiones, resulta ser nociva para el trabajador, promoviendo un mayor desapego con la empresa y aumentando tanto el riesgo de conflicto con el trabajador como la marcha del mismo.

Igual que no existe mejor vendedor para una empresa que un cliente satisfecho, debe ser una prioridad para la empresa procurar que sus trabajadores se encuentren igualmente contentos con las condiciones en las que deben trabajar. Sabiendo que la autonomía y la independencia son igualmente valoradas por los autoempleados y los empleados, es menester que las empresas busquen la mejor fórmula para ofrecer, en la medida que les sea posible, un nivel de autonomía y independencia en la ejecución de decisiones y actividades que realiza un trabajador. Flexibilizar horarios, trabajar por objetivos siempre que sea posible, eliminar reuniones innecesarias, no realizar controles exhaustivos sobre tu propio personal o permitir que estos tomen decisiones importantes dentro de una empresa permiten que aumente el grado de autonomía y independencia de un trabajador.

Lo que es un absurdo a estas alturas es el paternalismo con el que siguen funcionando la mayoría de ellas, incluso las que se venden como estructuras empresariales modernas adaptadas a los nuevos tiempos. Para haceros una idea basta ver a la cantidad de estúpidos que pasan por el programa de “El jefe infiltrado” en un intento de mostrar una imagen cercana y atenta con los trabajadores, cuando para la mayoría no es más que una penosa estrategia de marketing. Si realmente quieres pisar la calle y conocer una empresa no hace falta que pases por un programa de televisión para enterarte de su funcionamiento.

Sea como fuere, lo que está claro es que la clave para la prosperidad laboral y la satisfacción con las actividades que llevamos a cabo no tiene por qué pasar necesariamente por una apuesta por el autoempleo, sino por nuevos modelos de funcionamiento de las empresas.

Y siguiendo con mi serie de auto-consejos-recordatorio me digo: busca siempre que toda actividad laboral que realices se lleve a cabo con el mayor grado de autonomía y independencia posible.

Fotografía de Sharon de León
Fotografía de Sharon de León

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