Casi siempre que hablo de la forma en la que se proyectan las cuestiones relacionadas con la criminalidad en televisión lo hago de forma negativa. Sin embargo, en esta ocasión haré una merecida excepción. Y es que desde hace varias semanas vengo visionando Vis a Vis, serie ambientada en una prisión de mujeres, y Reclusas, un programa que se emite después de dicha serie y que intenta acercarse de la manera más fiel posible y sin morbo de por medio, la realidad de las mujeres en la cárcel. Partiendo de ahí ya soy capaz de mirarlo con otros ojos.
Vis a Vis se está convirtiendo en una de las series revelación de este 2015 para muchos, con cotas de pantalla que superan el 20% del share y con una calidad en la trama y en la grabación de escenas que supera en mucho a la media de otras producciones españolas. Sin embargo, como no soy crítico de televisión no ahondaré en este punto. En lo que sí quiero incidir es en el hecho de que, a continuación de cada capítulo se esté emitiendo Reclusas como complemento, una fórmula perfecta para hacer divulgación de una realidad poco conocida en nuestra sociedad y que muestra de una forma amena y a la vez responsable, sin tintes amarillistas, el mundo carcelario. Haciendo uso en ocasiones de escenas de la propia serie para mostrar aspectos que exponen algunos de los colaboradores del programa como el gran Jorge de la Hidalga, consigue enganchar al televidente y a la vez exponer un tema pedagógicamente.
Creo en este caso que el mérito es reseñable. Principalmente porque lo fácil sería, tanto en la serie como en el programa, recurrir al amarillismo para abordar el tema, porque ha funcionado muy bien cuando se tratan aspectos sobre criminalidad en televisión y porque resulta más sencillo ponerlo en práctica. En cambio, tener ciertos escrúpulos y enganchar mostrando un escenario lo más cercano a la realidad posible puede resultar a priori más aburrido para el espectador, y más complicado de abordar para la producción del programa. Sin embargo, está claro que el rigor informativo no necesariamente implica la imposibilidad de realizar un programa que resulte atractivo, como lo vienen demostrando los índices de audiencia obtenidos.
Muchos deberían aprender de formatos como el presentado por Antena 3, demostrando que otro modo de enganchar a la audiencia es posible. Que el sentido pedagógico en los medios televisivos puede potenciarse y no por ello verse mermada la audiencia es una realidad. Que resulta más fácil recurrir a lo de siempre antes que arriesgarse a promover formatos novedosos también.
Totalmente de acuerdo. Debo decir que a pesar de intentar «no engancharme» a la serie y a ser reacia a este tipo de documentales, quiero verlo todos los jueves. Por fin otra visión de las cárceles de mujeres de la que nos ofrecen algunos otros medios de comunicación. Un modelo diferente de rehabilitación y una muestra de la dura situación que sufren las mujeres en las prisiones-