En los últimos años se ha puesto en boga el valor de la empatía y las emociones en el manejo de las organizaciones. Abanderado por Daniel Goleman, el liderazgo emocional ha pasado al fin a un primer plano a la hora de evaluar las capacidades de una persona para gestionar correctamente una organización. Sin embargo, todavía queda mucho por avanzar.
Entre 2008 y 2010, Svetlana y Marques realizaron una serie de encuestas a estudiantes de empresariales en las que pedían que valoraran, sobre una serie de 10 características, el grado de importancia que cada uno de esos valores tenía en la dirección de una organización. Esos valores eran: Inteligencia, Carisma, Responsabilidad, Visión, Autenticidad/Integridad, Pasión, Coraje, Empatía, Competitividad y Vocación. Las encuestas se realizaron en 5 cursos diferentes, y en todos ellos se desprendió el mismo resultado: la empatía era el aspecto menos valorado de todos por parte de los alumnos [tweetthis]La empatía es el aspecto menos valorado entre los alumnos de una escuela de negocios[/tweetthis].
Con esos resultados, los autores realizaron un segundo estudio, en el que pedían a estudiantes de MBA (con un perfil diferente, ya que la mayor parte de ellos conciliaban vida académica y vida laboral) por las razones por las que se habían producido esos resultados. Se identificaron, entre las encuestas, las siguientes conclusiones comunes:
1. Para los encuestados la empatía interfiere en la toma de decisiones
2. La empatía se percibe como un síntoma de debilidad
3. Escasa experiencia laboral/de vida para reconocer que la empatía es una herramienta de liderazgo poderosa.
4. Los encuestados tienden a disociar la empresa del factor humano
5. Confunden la empatía con sentir lástima
6. La empatía es fugaz, mientras las otras cualidades por las que preguntaba el estudio son más estables
7. Existe una falta de referencias, visibilidad y debate en torno al poder de la empatía en la empresa
8. Los propios encuestados presentan ellos mismos una falta de empatía
Estos ocho puntos se resumen en dos claves: los estudiantes encuestados creen que la empatía es inapropiada dentro de la empresa [tweetthis]Los estudiantes de empresariales encuestados creen que la empatía es inapropiada dentro de la empresa[/tweetthis]; y que existía entre ellos una falta de familiaridad con la empatía [tweetthis]Estudio muestra que estudiantes de empresariales están poco familiarizados con la empatía[/tweetthis].
Unos resultados que, según los autores del estudio, se complementan con los análisis de Brown y otros (2010), cuando mostraron en diversos estudios que el perfil del estudiante de carreras relacionadas con el ámbito empresarial estaban más centrados en su propio interés que estudiantes de otros sectores. Entro otros rasgos, los estudiantes de las escuelas de negocio tendían a mentir más, eran menos cooperativos y menos dispuestos a ceder, acompañado de una mentalidad donde la falta de ética y el narcisismo tienen una presencia imperante.
Este fenómeno puede deberse en parte a que las business schools basan su formación a partir del entorno económico actual: el de un mundo agresivo y muy competitivo donde no hay lugar para las contemplaciones. Por esa razón, concepciones más críticas con el ecosistema empresarial y con propuestas diferentes donde el valor humano tiene también su peso son a menudo marginadas (aunque, como indicamos al principio, algunas escuelas de negocio están cambiando esa mentalidad).
Eso evidentemente tiene unas implicaciones directas sobre las futuras empresas que se gesten. Se ha hablado mucho de la responsabilidad que los psicópatas corporativos o organizacionales han tenido en la gestación de la crisis financiera, y por aquí ya hemos mencionado las implicaciones nefastas que implica un liderazgo llevado a cabo por personas con rasgos psicopáticos. Sin embargo, esa situación se entiende desde el momento en el que desde las escuelas formadoras no se ha prestado especial atención al enorme daño material y humano que ese tipo de conductas producen, y han focalizado la atención en proveer al estudiante de una serie de herramientas que le permitan gestionar una organización con el interés económico por encima de todas las cosas. Ello debe invitar a una reflexión sobre el papel que tienen las escuelas de negocios en los valores que pueden llegar a promover, o mejor dicho, en la ausencia de valores.
Una formación ausente de crítica al sistema, y que no incida en los efectos perniciosos de un comportamiento individualista en el seno de una organización, nunca puede ser calificado como un modelo de éxito empresarial.