Hace ya un tiempo, el programa Vaya Semanita de EiTB realizó un divertido gag humorístico en el que representaba el programa musical “La Voz” en un formato adaptado al mundo laboral. Así, los concursantes tenían que intentar convencer a ciegas a cuatro empresarios mostrando todo lo que podían ser capaces de dar en la empresa.
Como podemos ver, el prototipo de empresario que presentan es:
- Una persona a la que los estudios o la experiencia laboral del empleado no le interesan demasiado.
- Una persona a la que le interesan empleados que se sometan a un sueldo y jornada laboral precarias y que renuncien a sus derechos laborales.
Si bien debemos entender la exageración de la imagen del empresario, sí debemos reconocer que existe cierta urticaria en el tejido empresarial a la hora de proporcionar garantías laborales a los trabajadores, que tienden a apostar por modelos liberales de contratación como el norteamericano. Sin embargo, si bien el negocio se ve beneficiado cuanto más liberalizado esté el mercado, no se suele tener en cuenta el daño que genera en su entorno directo el empobrecimiento de las condiciones laborales. Hasta tal punto hemos llegado en la precarización de condiciones de trabajo, que se empieza a hablar de “pobreza laboral”. Según apunta José Medina, un 33% de la población asalariada cobra un sueldo inferior al salario mínimo interprofesional. Así, el tan manido discurso del mejor tener trabajo que no tener nada cobra cada vez menos sentido: ante este empobrecimiento de condiciones, la insostenibilidad del mercado de trabajo es cada vez más latente, y evidencia que quizá un modelo productivo liberal no es la panacea sino el camino hacia el empobrecimiento social.
Pero ¿Por qué a un empresario debería preocuparle estar contribuyendo a esa degradación ofreciendo condiciones laborales precarias si él obtiene beneficios? Se me ocurren tres razones:
- Tener empleados que viven en condiciones precarias repercute en lo que pueden aportar a la organización. Los problemas laborales se llevan a casa, pero los problemas de casa también se llevan muchas veces al trabajo.
- Si una zona se empobrece o degrada al ritmo que lo hace su población, el comercio de la zona también se ve perjudicado.
- Un empobrecimiento de las condiciones laborales contribuye a generar un ambiente de trabajo más hostil y un menor vínculo con la empresa, en la medida que el trabajador no ve compensado su esfuerzo si éste no le posibilita vivir dignamente.
Ganar a costa de que tu entorno directo salga perdiendo nunca es una buena idea, pues en un momento dado todo se puede girar en tu contra.