Oscuro Claro

Me entero vía Enrique Dans que Netflix ha adoptado una medida de conciliación familiar con pocos precedentes: proporcionará a sus empleados un permiso de maternidad y paternidad ilimitado. No hace falta que mencione que me parece una medida fabulosa y necesaria, acorde con todo lo que venimos analizando en torno a la óptima adecuación de los entornos laborales a las personas.

Como comenta el mismo Dans en su post, la reacción mayoritaria que uno encontrará es la de “Eso es inviable”. Vivimos rodeados de un entorno laboral donde prevalece una tensión empleador-empleado que no favorece a ninguno de los dos. El empleado piensa que el empleador es un hijo de puta y por eso debe exprimir siempre al máximo los beneficios con los que cuenta. A la vez, el empleador piensa que sus empleados tienden a aprovecharse de cualquier beneficio y intenta limitarlos hasta extremos que rozan la indignidad. Y al final, cada uno tira siempre por su lado, y los acuerdos que se llevan a cabo son siempre de mínimos, provocando una fricción que generará incomodidad ante el mínimo problema.

En este sentido, la pelota creo que está en el tejado del empresario. Él es quien debe tomar la iniciativa de promover medidas de flexibilización y conciliación que vayan más allá de los derechos y garantías básicas del trabajador. Dar ese paso consigue:

1. Diferenciarte sobre otras empresas del sector en lo que a condiciones laborales se refiere. Recordemos el estudio que presentamos sobre el robo hormiga donde con una pequeña subida salarial que los situara por encima del resto de sueldos del sector era capaz de reducir el impacto negativo de este tipo de sustracciones por parte de los empleados. Que el empleado tenga conciencia de que está en un ambiente de trabajo diferente al habitual generará un grado de implicación y compromiso mayor. La idea es hacer que se sienta especial.

2. Estarás brindando un plus de confianza sobre el empleado. Ofrecerle garantías añadidas y soporte exclusivo por pertenecer a la empresa es una forma de tenderle la mano y decir de algún modo “Confío en que no me vas a fallar”. Ese acuerdo tácito precisamente pasa la pelota del empleador al empleado, que será plenamente responsable de cualquier conducta en la que su intención sea sacar provecho de las condiciones de la empresa. Si se aprovecha no será porque la empresa no le haya proporcionado herramientas que faciliten la comodidad en el ejercicio de su tarea. Ese detalle aumenta el grado de responsabilización del empleado. A pesar de la corriente de individualismo que mueve el mundo, cuando una persona percibe que le están dando algo de valor procura corresponderlo de algún modo. Ese modo, en este caso, es no aprovecharse de los beneficios de la empresa.

Sonará redundante, pero a pesar de ello  no está muy asimilado: un jefe humano que propone medidas humanas contará con un equipo humano.

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