Ayer me topé con el programa “El Cascabel al Gato” de 13tv, que veo con cierta asiduidad. Concretamente, una vez al año. En dicho programa mostraban su preocupación por medidas que pretende poner en marcha el equipo capitaneado Ada Colau, en especial la que se refería a la paralización de aperturas de hoteles y expansión de centros comerciales.
Uno de los tertulianos, Carlos Cuesta, se mostraba alarmado ante una decisión de este tipo planteando que una medida así destruía la posibilidad de nuevos empleos. Afirmaba, además, que el dinero era la base sobre la que se movía todo, y que sin empleo no había dinero, y sin dinero estábamos las personas no tienen modo de sobrevivir. Un discurso que repiten como si de un axioma universal se tratara desde la cosmovisión liberal. Pero lo que abocaría al desastre a una sociedad no es la falta de dinero, sino la falta de movimiento. Una sociedad donde se hagan cosas, donde se coopere más allá del beneficio económico, puede seguir siendo tan funcional o más que una que se mueva exclusivamente por el lucro.
El liberalismo explicado por MC DINERO
Ya hemos visto en algún post anterior que el discurso que interrelaciona empleo-dinero-productividad es, por lo menos, dudoso. El dinero incide en el comportamiento de una persona a la hora de realizar una labor, pero no es fundamental: aspectos como el reconocimiento a su labor, el sentirse funcional para la sociedad, la complejidad de la labor o el deseo de llevar a cabo cierta actividad o el encontrarse con un entorno laboral favorable pueden ser factores que motiven a una persona a rendir mucho más. Eso significa que si se potencian esos factores, las personas acaban produciendo mucho más sin necesidad de que se realice tanto gasto.
Y un buen ejemplo está en el gasto realizado en la reciente campaña electoral en Madrid: Ahora Madrid, liderado por Manuela Carmena, financió la campaña con 150.000 euros procedentes de microcréditos. El contraste: el Partido Popular se gastó 45.000 solo en colocar propaganda en los taxis de Madrid, así que podéis haceros una idea del presupuesto que habrán destinado para obtener tan solo 1 concejal más que Ahora Madrid.
¿Os suena alguna campaña publicitaria original de Esperanza Aguirre durante estas últimas elecciones? Como mucho, el bizarro paseo en bici con Mariano Rajoy y Cristina Cifuentes. En cambio ¿Sois capaces de dar cuenta de la cantidad de creaciones artísticas que han convertido en icono a Manuela Carmena? Sí, han sido multitud. Y todo ese movimiento no ha venido fruto de la inversión ni del dinero, sino que procede de un deseo imperante de que se hagan las cosas de manera diferente. El presupuesto de campaña del Partido Popular de Madrid frente al de Ahora Madrid es exagerado (y es extrapolable a cualquier otra comunidad, donde los partidos alternativos se han movido con presupuestos irrisorios en comparación a lo que estábamos acostumbrados). Sin embargo, si nos paráramos a cuantificar el coste de esa parte de campaña que ha surgido espontáneamente, por iniciativa propia de muchos ciudadanos (por ejemplo, los taxistas que colocaron propaganda de Ahora Madrid en sus taxis de forma gratuita) veríamos que el rendimiento que se ha sacado es infinitamente mayor a toda la inversión que podría haber hecho el Partido Popular.
Con ejemplos como ese queda patente que el dinero resulta ser, cuando la gente hace las cosas con una voluntad clara, una pequeñísima parte de su motivación. El problema no es que haga falta empleo para que la gente tenga dinero: el problema es que hace falta más dinero del necesario porque el empleo que hay, además de precario y con cada vez menos derechos, resulta poco gratificante para el trabajador. No hay que generar mucho empleo de lo que sea: hay que generar el empleo que se adecúe mejor a los deseos y necesidades de todos los ciudadanos.
Quizá si Ada Colau y su equipo estiman conveniente reducir el número de hoteles es porque ven saludable crear una sociedad donde no todo dependa del sector servicios. Incluso aunque eso significara un menor rendimiento económico (punto que pongo en tela de juicio) eso resulta un detalle insignificante si lo que se consigue con ello es generar mayores espacios de cohesión social y la generación de nuevos vínculos comunitarios. Los nuevos movimientos socio-políticos están generando riqueza cultural sin necesidad de que de por medio haya grandes movimientos de dinero.
Es, como mínimo, para replantearse la teoría.