«En un mundo libre» (Loach, 2007) es un relato de las consecuencias de un mundo laboral flexible donde las condiciones de trabajo se regulan bajo el principio de que tiene trabajo el que es capaz de aguantar en las peores condiciones.
En el filme se cuenta la historia de Angie, que es despedida de una empresa de trabajo temporal a pesar de su larga experiencia y buen hacer. Superada la treintena y preparada para ir un paso más allá, decide que quiere montar su propia empresa de trabajo temporal con el apoyo de su amiga Rose. Angie y Rose hacen gala de desparpajo y en poco tiempo ya tienen las primeras empresas interesadas en contratar a eventuales. Angie consigue manejar con mano de hierro a los trabajadores en un primer momento, y empiezan a obtener las primeras ganancias. Sin embargo, poco a poco aparecen los primeros problemas debido a problemas de pagos que descontentan a los trabajadores. A ello se une la tensión entre Angie y Rose, debido al hecho de que la primera decide que para obtener mayor beneficio en la empresa es buena idea contratar inmigrantes sin papeles, ya que se quejan menos y aceptaban cualquier cosa. A medida que transcurre la historia se va observando como Angie carece de escrúpulo alguno, y que antepone su bienestar personal al de la situación de sus trabajadores, que no suponen más que una herramienta fácilmente suprimible y intercambiable.
Que existen empresas en las que su dirección no tiene empatía alguna con los trabajadores es una realidad. Que no son pocas las empresas que con esa falta de escrúpulos generan grandes beneficios a final de año no es tampoco algo que deba sorprendernos. No es ningún mito hablar de jefes psicópatas y tampoco de empresas carentes de toda moral. Empresas donde se pisoteen y vulneren los derechos de los trabajadores las hay y las habrá, pero eso no debe llevar a que no se pueda seguir peleando por generar un ecosistema empresarial donde no solo se tenga en cuenta la prosperidad económica sino que se priorice la dignidad humana.
Una empresa que busca un buen ambiente laboral entre sus empleados, que trabaja en pro de sus derechos y que los respeta no solo lo hace por el aumento de la productividad que ello puede provocar: se le presupone la existencia de unos valores morales que se sitúan por encima de cualquier cifra. Son esta clase de empresas las que deben ser premiadas socialmente, y no tanto las que producen beneficios millonarios a costa del sacrificio y la explotación de muchos. Y es importante hacerlo porque son las que aportan en definitiva una mayor cohesión en una sociedad. Una empresa sin escrúpulos solo aportará valores basados en el egoismo, y de los que tan solo se puede esperar un efecto negativo por parte de los empleados.
Listas como las de Ethisphere, que publican anualmente un ranking con las empresas más éticas del mundo, son un buen modo de mostrar quién tiene en cuenta exclusivamente su propio beneficio, y quién tiene presente un conjunto de valores a la hora de hacer funcionar su empresa. En este sentido, es célebre la frase de Willard Marriott, fundador de Marriott International, empresa galardonada 7 veces con el premio a la empresa más ética del mundo: «Cuidemos a los empleados y ellos cuidarán a los clientes». Una empresa con valores éticos es más fiable para el cliente que una que premie el beneficio, ya que nada te garantiza que sean transparentes contigo. Y en los tiempos que corren, donde la unidireccionalidad empresarial ha desparecido por completo, resulta cada vez más complicado ocultar prácticas que resulten inadecuadas o que falten a la verdad.
Y tú ¿Crees que las empresas éticas están destinadas a desterrar a las que cuentan con menos escrúpulos?
Ficha técnica
Dirigida por: | Ken Loach |
Título original: | It’s a free world |
Duración: | 96 minutos |
Género: | Drama |
Año: | 2008 |
Nacionalidad: | Reino Unido, Alemania |