Oscuro Claro

Uno de los aspectos más demandados en los últimos años en el seno de las organizaciones es la Responsabilidad Social Corporativa o Responsabilidad Social de la Empresa. Tal y como indica Satorras Fioretti (2008) «la sociedad ya no solamente valora la calidad en sí misma del producto, bien o servicio final, sino que demanda un plus, pide al producto que incorpore a su calidad real un comportamiento ético a lo largo de todo el proceso de producción, y no ya sólo en el sentido de su estricta legalidad, sino -yendo más allá- en el de su sostenibilidad, su coherencia y su bonhomía». Se entiende entonces la Responsabilidad Social Corporativa como un reestablecimiento de prioridades, donde el valor del entorno social, económico y medioambiental también prima en el modo en el que se maneja  la estrategia y gestión de una organización. El beneficio económico queda supeditado entonces a la ética empresarial. 

Nada más lejos de la realidad, basta echar un ojo a las tres mejores empresas para trabajar en 2015 para darnos cuenta de la importancia que tiene para los empleados el compromiso social. En Google un 93% de los empleados están satisfechos por el modo en el que su empresa contribuye a causas comunitarias. Además de los más de 1.000 millones de dólares destinados a causas benéficas, la empresa fomenta la participación en voluntariados pagando a sus empleados hasta 20 horas de trabajo anuales por participar en causas sociales. En Boston Consulting Group, dedicado a la consultoría estratégica en alta dirección, la satisfacción también es del 93%, y con frecuencia sus oficinas suelen albergar subastas destinadas a recaudar fondos para los miembros de su comunidad, fomentando la participación entre los propios empleados. En Acuity, la empresa que ocupa el tercer lugar en el ranking, la satisfacción por la labor comunitaria es incluso mayor, del 97%. Entre otras cosas, por las constantes recaudaciones de fondos llevadas a cabo para causas como la creación de una unidad de cuidados intensivos para bebés prematuros. No es de extrañar que una de las palabras más mencionadas para describir a esta empresa de seguros por parte de sus empleados sea la generosidad.

Sin embargo, a pesar de que se pueda considerar una terminología reciente, Satorras Fioretti (2008) nos recuerda que «por muy moderna que parezca […] podemos observar que no es más que una manifestación del gran tema de la «función social de la propiedad»; esta doctrina había sido largamente formulada por la Iglesia Católica a lo largo de su Magisterio, en el sentido de que la propiedad (tanto privada como pública) deben tener una doble legitimidad, la llamada legitimidad de origen y la legitimidad de ejercicio, que sólo se justifica por el cumplimiento de una función social. Esta antigua doctrina social católica, planteada en sus orígenes por Sto. Tomás de Aquino, fue desarrollada por diversos papas (León XIII, en la encíclica Rerum novarum de 1891, o Juan XXIII, en la Mater et Magistra de 1961)». 

Así mismo, a pesar de tratarse de un debate que ya viene de siglos atrás, por suerte en los últimos años, y en parte tras la oleada de escándalos empresariales a la que hemos venido asistiendo en los últimos veinte años (Enron o Worldcom en Estados Unidos, Parmalat en Europa, o la reciente Gowex en España)  así como la conciencia del daño medio-ambiental que pueden provocar (Prestige) están generando mayor conciencia global en torno a la necesidad de supervisar el valor ético de las empresas.

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