Fuente: Gregory H.
Sé que ya he mencionado explícitamente en otros post mi rechazo de pleno al uso del DRM por parte de las editoriales (por ejemplo , , o ) pero hasta ahora no le había dedicado un post en exclusiva, y creo que ya es hora. Porque estoy cansado de que a estas alturas todavía se me siga tomando como un ladrón cuando pago religiosamente por los contenidos que leo. Cuando en lugar de facilitarme la lectura, me provocan dificultades. Cuando me obligan a despiojar el DRM solo para que mi madre pueda leer el libro en su ebook. Creo que no pido demasiado. Estoy harto de este maltrato de los que no nos aprovechamos del contenido ajeno. Puedo entender que se quiera proteger la obra de un uso fraudulento, pero no puede ser que el lector que sí paga por tu producto sea el principal perjudicado de tu guerra.
Para colmo, el DRM es un sistema a todas luces ineficaz que no es impedimento para un hacker. No lo es siquiera para un usuario medio como yo, que en cinco minutos puede despiojarlo para leer y compartir libremente. Pero no es una cuestión del tiempo que le tenga que dedicar a realizar esa tarea. Es la misma existencia de ese impedimento la que me produce urticaria sabiendo que es inútil en todos los sentidos. Ineficiente para los objetivos por la que se creó esta herramienta, y muy molesta para el cliente, que es quien al fin y al cabo sostiene tu modelo de negocio (aunque ya sabemos que no es exactamente así, y que no son pocas las empresas que alimentan su capital económico a base de concesiones y subvenciones públicas, y así nos va).
Esta vez quien paga el pato es la editorial Tirant lo Blanch, quien no satisfecha con poner un precio abusivo al libro tratándose de una edición digital (desde un criterio muy personal y perfectamente discutible), me impide adaptar mi libro (hago énfasis en el posesivo) al formato que crea conveniente. Por lo pronto, lo único que han conseguido hasta ahora es publicidad negativa: en lugar de estar hablando del interesante contenido del libro que acabo de comprar, estoy denunciando una práctica que considero moralmente reprochable.
Desde la propia experiencia que me brinda el poder dirigir Criminología y Justicia he podido observar hasta ahora un comportamiento ejemplar por parte de los lectores, que pagan por sus contenidos sin oscuras intenciones conscientes de que el trabajo que se realiza comporta unos costes considerables. Incluso cuando gran parte del contenido puede adquirirse de forma gratuita, hay lectores que premian nuestra intensa labor comprando el ebook. En ningún momento se planteó la posibilidad de incluir DRM en las obras por el sinsentido que provoca: estás criminalizando por anticipado a la persona que adquiere la obra. Y esto no tiene nada de medida preventiva: te has saltado la presunción de inocencia desde el principio.