Una historia sobre multas de tráfico
Hoy me gustaría contar una experiencia vivida esta mañana, porque por lo menos a mí me ha dejado estupefacto la situación en la que me he encontrado.
Esta mañana he acudido a una oficina de atención ciudadana en Palma de Mallorca para recurrir una multa de tráfico por conducción en una zona ACYRE (una zona a la que solo puedes acceder con permiso previo). Las alegaciones: que la causa está prescrita, y que existen graves deficiencias en la señalización de la zona. Creo que existen razones de peso como para considerar el archivo de la multa (y por eso la recurro,ya que si creyera justa la sanción pagaría), aunque puede que me equivoque.
El caso es que al acudir a la oficina, el recepcionista, que es el que distribuye los números para atribución de una mesa de atención ciudadana donde poder presentar el escrito, me ha pedido que le enseñara la multa previamente (algo que ya me ha sorprendido) tras lo cual me ha pedido que le explicara las causas por las que reclamaba. Solo he podido comentarle la primera de las razones, ya que me ha cortado diciéndome “vas a perder” y “tendrás que pagar 90 euros”. Ni siquiera había mirado si la multa había prescrito. Y al mirar la multa ha intentado explicarme que ésta no estaba prescrita, aunque no he conseguido entender cuales eran los motivos, más cuando previamente yo ya había consultado la legislación correspondiente en lo que acontece a la prescripción de multas leves de tráfico (artículo 92.1 e la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial sobre prescripción y caducidad “El plazo de prescripción de las infracciones previstas en esta Ley será de tres meses para las infracciones leves y de seis meses para las infracciones graves y muy graves.El plazo de prescripción comenzará a contar a partir del mismo día en que los hechos se hubieran cometido.” La prescripción se empieza a contar desde la fecha en que se comete la infracción, y se paraliza una vez se recibe la notificación de denuncia, con algunas excepciones. En mi caso la Administración disponía de tres meses para notificarme la sanción, y los ha superado). Tras parapetarme de nuevo que no ganaría el recurso, me ha comentado que “a mí me me da igual que pagues, yo solo te aviso para que lo sepas”. Me ha dado un formulario de alegaciones, que he rechazado por haber realizado yo uno previamente, algo que que le ha extrañado (¿nadie trae su propio escrito de alegaciones?), y he pasado a la oficina para realizar los trámites correspondientes, donde ha transcurrido todo con normalidad.
Probablemente este recepcionista no me estuviera aconsejando de mala fe, pero aún así, si hace eso por norma (que tiene toda la pinta) me parece una acción bastante grave. Tenga razón o no, no es su labor ejercer de consejero, pues para eso ya están los abogados. Es más, quizá otras personas que pretendían recurrir una multa no lo han hecho porque este señor les ha dicho lo mismo que a mí. Yo en mi caso lo tenía bastante claro, pero quizá otras personas con menos conocimientos jurídicos hayan decidido pagar la multa por lo que les pudiera haber comentado dicho recepcionista, que ni sé si tiene conocimientos en la materia, ni qué ha hecho para acceder a ese puesto de trabajo (¿es personal laboral?¿funcionario?¿ha estudiado oposiciones para ser administrativo?¿Era un agente de seguridad privada?). El caso es que aunque fuera un experto en la materia, repito que no es su tarea ejercer de asesor judicial. Al fin y al cabo se está encomendando, desde un ente público, que no se recurra una multa, lo cual si fuera conspiranoico me llevaría a pensar que este señor cobra comisión por invitar a la gente a que no recurra, y de paso aligerar la carga administrativa estatal. Y por supuesto, que pague. No creo que sea el caso (cuando digo no creo, quiero decir que no quiero ni pensarlo), pero este tipo de situaciones deben controlarse: si alguien necesita y quiere asesorarse, lo hará a través de un especialista, o consultando en la red, o del modo que considerará oportuno, de ahí lo absurdo de la situación. Bajo ningún concepto es tolerable que un recepcionista se dedique a hacer de jurista.
¿Alguno de vosotros os habéis encontrado con situaciones similares? Os invito a que las comentéis.