Oscuro Claro

Escriben y escriben sin cesar su insoportable

y sabia letanía,

como si lo importante fuera primum escribere

deinde philosophari

Friedrich Nietzsche, La Gaya Ciencia

Si Nietzsche hubiera sido un bloguero obsesionado con posicionar su contenido en la red, muchos de sus aforismos no serían lo mismo. Hubiera eliminado los aforismos breves o extendido innecesariamente su contenido. Hubiera reiterado demasiadas veces una palabra clave dentro del texto, en la mayoría de ocasiones de forma muy gratuita. Hubiera optado por no incluir conceptos desconocidos para el público general, como la figura del eterno retorno o el superhombre. Hubiera tenido que enlazar la biografía de Wagner en wikipedia cada vez que lo mencionaba. Hubiera tenido que utilizar negritas dentro del texto para destacar las frases que considerara clave. Hubiera tenido que buscar una imagen que reflejara lo que estaba explicando para que cuando compartiera su aforismo en redes sociales fuera mucho más visual. Tendría que acordarse siempre de usar el hashtag #Nihilismo para conseguir que se convirtiera en Trending Topic. Y además debería andar dando a me gusta a memes donde se cachondean de su fracaso amoroso con Lou Andreas Salomé (muchas de las veces haciendo bromas con la canción de Chayanne) o ver que responden a sus reflexiones con vídeos de APM como este:

Sin duda lo hubiera petado en Instagram gracias a su destacado estilo hipster, marcando tendencia gracias a su voluptuoso bigote. Así mismo, eso es algo que a la vez le sacaría de sus casillas, ya que no aceptaría que lo enmarcaran dentro de ninguna tribu urbana, por muy alternativa que fuera. En definitiva, Nietzsche no dejaría de ser un hombre desquiciado, pero además su legado literario probablemente no tendría apenas valor.

La obsesión por el posicionamiento de los textos en la red conlleva nefastas consecuencias, desde el momento en que resulta cada vez más difícil albergar algo original, que se escape a lo leído hasta ahora, o del que podamos sacar en ocasiones poco más que una reflexión fugaz que raramente calará en nuestro pensamiento. Creo por ello que el escritor debe optar por principio al abandono del lector. El escritor debe escribir como si él fuera el único que va a leer su obra. Aunque eso implique la marginalidad como autor ¿O acaso los grandes literatos y filósofos se han caracterizado por una vida abundante en fama y gozos? Al contrario, son más las vidas que han resultado ser desgraciadas, siempre cercanas a la precariedad. Y sin embargo, nadie duda del legado que han dejado, por mucho que en la red tengan más visibilidad las columnas de opinión de Eduardo Inda. La aspiración del escritor busca además ir más allá de lo corpóreo. La escritura del que se abandona a sí mismo tiene como objetivo trascender, pero no un trascender fugaz, sino uno con el que pueda alcanzar la eternidad. La eternidad de saber que la obra escapa a lo que la sociedad del momento le demanda. La eternidad de no querer satisfacer las necesidades culturales de sus contemporáneos.

El escritor no debe ser útil, y si lo es, no merece entonces el calificativo de escritor.

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Fotografía de Pascal

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