El SIDA ha constituido, junto con la droga, uno de los mayores problemas a erradicar dentro de las prisiones de todo el mundo. Las tasas de enfermos dentro de las cárceles y el control del contagio del VIH entre presos ha supuesto un exigente trabajo de supervisión sobre la salud de aquellos que se encuentran privados de libertad. Afortunadamente, a medida que se ha avanzado en la lucha contra la enfermedad, el impacto negativo en las prisiones ha ido disminuyendo, pero aún con eso, la diferencia respecto a la tasa de afectados entre la población global sigue siendo aún bastante considerable.
En Estados Unidos, el porcentaje de enfermos en las prisiones siempre ha doblado o triplicado el porcentaje de la población global. Lo podemos ver en la siguiente gráfica:
Porcentaje de personas con SIDA entre los presos federales y estatales comparado con población global, de 1999 a 2007
Solo en 2008, la cantidad de personas seropositivas y/o afectadas por el SIDA en las prisiones era de más de 21.000, el 1,5% de la población carcelaria. Por ello, la importancia en la realización de tests para identificar el virus se hace vital para evitar su posible extensión dentro de la cárcel. En ese mismo año, 24 estados realizaron tests de VIH a todos los presos en admisión, y en algunas ocasiones durante la custodia. 42 estados hiceron tests a personas que, por haberse visto envueltas en algún incidente, pudieran estar expuestas a una posible transmisión del VIH, y 18 estados realizaron tests a aquellos perfiles de personas considerados de alto riesgo de infección. Existe un alto grado de conciencia general al respecto. Como podemos ver, la lucha por su erradicación ha tenido efectos positivos en la reducción de casos, más cuando se observa que la identificación de casos entre la población global ha crecido (aunque ello no implica que haya más personas afectadas, sino que al haber una mayor concienciación y control del VIH, salen a la luz más casos que antes).
Aún así, la tasa de afectados por la enfermedad que acaban muriendo por esta causa en la prisiones sigue los mismos patrones que la tabla que mostrábamos anteriormente: La mortalidad por VIH se dobla y hasta triplica en prisión cuando la comparamos con la ratio de la población global.
Ratio de muerte por SIDA en prisiones estatales respecto a población global de Estados Unidos, de 2001 a 2007 (por cada 100.000)
La buena noticia: Esa diferencia se ha visto radicalmente reducida en los últimos años, lo cual es síntoma del buen hacer en la erradicación de la enfermedad, más cuando el porcentaje de infectados dentro de prisión, a pesar de haber descendido, sigue manteniendo unos niveles bastante elevados respecto a la ratio de la población global. Entre 2001 y 2007 consiguieron pasar de una tasa de 25 muertes por cada 100.000 reclusos, a una ratio de 10 por 100.000, una evolución inimaginable.
A pesar de que el SIDA siga siendo un foco problemático, la evolución habida en los últimos años indica que la tendencia a igualarse con la población global es cuestión de tiempo. Las prisiones norteamericanas no deben bajar la guardia al respecto y continuar con la activa política de prevención, y los resultados no harán más que confirmar su buen hacer en dicha labor. A falta de un estudio sobre los resultados obtenidos en los últimos tres años, nos queda esperar para confirmar que la tendencia es la correcta.
Fuente: HIV In Prisons, 2007-08
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