Oscuro Claro

Ayer tuve la oportunidad de asistir al evento Ble&Women, organizado por Barcelona Love Entrepreneurs, un grupo que surge con el objetivo de hacer de la Ciudad Condal uno de los epicentros de la emprendeduría global. Y desde luego, potencial parece que no falta, ya que el evento resulto ser un rotundo éxito de asistencia y organización (quitando algún que otro problemilla de sonido más que perdonable).
El acto estuvo centrado en el potencial y las posibilidades de la mujer emprendedora, dinamizado a través de una  serie de pequeñas charlas de no más de 15 minutos en las que emprendedoras de éxito explicaban las razones que le habían llevado hasta donde estaban. Opiniones y experiencias como las de Erika Lust, Gemma Cernuda, Joana Sánchez o Aurelie Salvaire, unidas a la energía y el inconformismo de jóvenes valores como Sara Gimenez, deben tenerse muy en cuenta para acabar de convencerse de que las mujeres bien deberían tenerse muy en cuenta en el mundo empresarial si realmente queremos promover un nuevo marco de posibilidades y oportunidades económicas.
A pesar de los casos mencionados anteriormente, el mundo de empresa sigue manteniendo unas estructuras en las que predomina el valor y las opiniones del hombre sobre las mujeres. Y son en parte esas perspectivas y dificultades para ascender a nivel profesional las que en parte pueden estar cohibiendo a las mujeres a animarse a emprender (ojo: la casuística del fenómeno es imposible reducirla a una única hipótesis). Las cifras del último estudio realizado por Startup Genome y Telefónica digital reflejaban que en Barcelona y Madrid el porcentaje de mujeres emprendedoras se situaba en unas cotas muy bajas: entre el 3% y el 5% (Probablemente gran parte de ellas estuvieran en el acto de ayer, ya que de las más de 300 personas asistentes, un 90% eran mujeres, y creo que me quedo corto). A la vez, el balance hombres-mujeres emprendedores a nivel nacional se sitúan en torno al 70-30, algo que parece indicarnos que todavía queda mucho camino para que esta igualación se produzca.
No quiero entrar aquí a debatir la desgastada discusión en torno al papel de la mujer en la creación y gestión de empresas. El valor y  las capacidades son, como mínimo, las mismas que puede disponer un hombre dentro de una empresa. El hombre ha partido de una facilidad que todavía hoy persiste: su conciliación con la vida familiar ha sido mucho más sencilla, ya que quien se ha ocupado de la misma ha sido la mujer. Ocuparse al completo de las tareas domésticas y a la vez tener una carrera de éxito profesional es tremendamente complicado. Casos como el de Joana Sánchez son un modelo a seguir en este sentido, pero más importante que eso es conseguir que la responsabilidad familiar se equipare entre hombres y mujeres, y que es sin duda el primer paso para que las cifras mencionadas anteriormente se igualen. El camino es prometedor, pero aún falta mucho por hacer.

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