Por sorprendente que pueda parecer, lo que se afirma en el título de este post es lo que se desprende de un estudio realizado por Steffen Rätzel publicado en The Scandinavian Journal of Economics en el año 2012.
La investigación parte de diferentes estudios realizados previamente que han venido mostrando que el grado de satisfacción con la vida era mayor entre las personas que trabajaban sobre las desempleadas, incluso cuando estos últimos no veían afectados sus ingresos económicos.
En este caso, va un paso más allá y analiza el promedio de satisfacción en función de las horas de trabajo, desde trabajar 0 horas, a 16 horas, utilizando las encuestas de satisfacción realizadas a la población alemana entre los años 1984 y 2006.
Los resultados muestran detalles curiosos. En primer lugar, se refuerza lo mostrado por anteriores estudios y se observa un mayor índice de satisfacción entre la población que trabaja. Así mismo, este índice se agudiza más entre hombres que entre mujeres. Mientras que que el zénit de satisfacción en hombres se alcanza entre las 7 y 8 horas de trabajo, en mujeres lo encontramos entre las 3 y las 4 horas. Esta diferencia se refuerza desde el momento en que la curva se agudiza mucho más en hombres que en mujeres, cuya incidencia en la felicidad no resulta significativa. Por otra parte, la curva se torna negativa en hombres cuando suman más de 14 horas de trabajo, mientras que en mujeres es mucho antes, a las 7.5 horas de trabajo. Quedaría por ver si esta tendencia varía entre la población más jóven teniendo en cuenta la variación del papel de la mujer en el trabajo.
Sea como fuere, lo que refleja el estudio es el importante peso que supone para las personas el poseer un trabajo, ya que incluso controlando la variable del sueldo queda latente que hay otros aspectos que siguen influyendo en el grado de felicidad de la persona, tales como el estatus que le proporciona ese trabajo, el sentirse útil haciendo algo, el quitarse de encima el estigma de desempleado, o simplemente el tener algo en que ocupar el exceso de tiempo libre. Esto último, algo de lo que por desgracia estoy cada vez más convencido.