En los últimos viajes que vengo haciendo he experimentado siempre una misma situación. Me llevo el portátil a cuestas por cuestiones de trabajo para ni tan siquiera encenderlo. ¿La razón? En la mayoría de los casos las tareas que tengo pendientes las puedo realizar directamente desde el móvil: desde la contestación de correos, la lectura de artículos e incluso la redacción de posts para el blog, y por supuesto la comunicación por redes sociales, son todas ellas actividades que puedo llevar a cabo sin necesidad de llevar encima la molesta carga del portátil.
Es en ese momento cuando tomo conciencia de que mi smartphone se está convirtiendo poco a poco en el equipo de trabajo que necesito para realizar mis tareas. Dado que no todo el trabajo que realizo se puede llevar a cabo desde el móvil este fenómeno se reduce a periodos cortos en los que me encuentro de viaje, aunque no es raro que algún día de la semana, aún teniendo el PC a mano, opte por trabajar desde el móvil sin que el rendimiento o el resultado se aminore. Evidentemente ayuda el hecho de contar con un buen terminal móvil que me permite navegar a la misma velocidad que en el PC, y que cuenta con una batería que me da bastante margen de tiempo hasta que tener que cargarlo nuevamente. Diría incluso que el hecho de trabajar desde el teléfono tiene la virtud de conseguir focalizar la atención en la actividad que realmente quiero llevar a cabo. Desde el PC soy muy dado a abrir un número infinito de pestañas que me llevan a atender de manera simultánea 5 o 6 tareas. Es habitual ponerme a redactar un correo, dejarlo a la mitad porque has recordado un artículo que nada tenía que ver con el correo, artículo que te lleva además a una necesidad imperiosa de compartirlo por alguna red social, donde encuentras un nuevo entretenimiento que te hace olvidarte por un momento de que estabas redactando un mail. Desde el móvil también puedes tener otros aspectos que pueden dificultar tu focalización en forma de notificaciones, pero por la experiencia que he tenido el tiempo malgastado es mucho menor.
Se trata de una variante que va un paso más allá del teletrabajo, que por norma general se suele traducir en un “trabajar desde casa”. La necesidad de un espacio concreto de trabajo pierde aquí su sentido, y me hace plantearme hasta qué punto sería posible trabajar en periodos mucho más largos utilizando únicamente el teléfono móvil. Puede parecer algo de ensueño, pero en realidad se puede convertir en algo contraproducente si no somos capaces de manejarlo adecuadamente.
Porque llevar todo tu trabajo en el bolsillo entraña un riesgo: si no eres capaz de asimilar que no todos los correos son urgentes, o no eres capaz de dejar sin responder mensajes de tus clientes vía Whatsapp, Facebook, Twitter…puedes acabar por no desconectar nunca del trabajo, y lo que en un principio parecía una virtud (el poder trabajar sin horarios y deslocalizado) se convierte en una pesadilla donde siempre tendrás algo pendiente. Si de verdad hay algo urgente, no dudes que te llamarán para decírtelo. Si es necesario desconecta el tráfico de datos y la conexión Wi-Fi a ciertas horas, o incluso cuando quedas con algún amigo, porque un correo puede llegar a joderte perfectamente una tarde de cañas, no tanto porque tengas que realizar alguna tarea urgente sino porque te lleva a reconectar con la carga de trabajo que tienes pendiente.
Los espacios de coworking, en constante auge en los últimos años, van a seguir teniendo un papel importante a pesar de que cada vez se pueda prescindir más del concepto de oficina. Su funcionalidad estriba en cuatro puntos clave:
[lobo_icon size=”fa-tn” icon=”fa-hand-o-right” color=”” break=”float”] Sirve para que tu casa no se convierta a la vez en tu punto de trabajo y de descanso (que tu hogar sea también tu lugar de trabajo, en el caso de que no haya una separación ambiental en la casa, puede acabar produciendo el mismo efecto pernicioso de no desconectar nunca de él)
[lobo_icon size=”fa-tn” icon=”fa-hand-o-right” color=”” break=”float”] Sirve para dividir claramente el tiempo del día que vas a dedicar a trabajar del que dedicarás al ocio
[lobo_icon size=”fa-tn” icon=”fa-hand-o-right” color=”” break=”float”] Consigue generar una rutina laboral que se asemeja a la clásica jornada por horarios a la que estamos acostumbrados.
[lobo_icon size=”fa-tn” icon=”fa-hand-o-right” color=”” break=”float”] Permite encontrarte en un ambiente con el que te familiarizas, y cuya comodidad te permite trabajar óptimamente.
Creo que todavía no estamos del todo adaptados a lo que la tecnología nos permite a día de hoy y, si bien para periodos cortos somos capaces de suplir sin problema nuestro espacio de trabajo por cualquiera que nos encontremos allá donde viajemos, nos sigue pareciendo una rareza no contar con una sede propiamente dicha ni unos horarios concretos. Es un periodo de adaptación lógico, en el que nos iremos manejando poco a poco a medida que el teletrabajo vaya haciéndose extensivo a un porcentaje mayor de la población, que en España se sitúa todavía en una tasa bastante baja, ya que tan solo un 27% de empresas españolas tiene empleados trabajando lejos de sus oficinas. Si embargo, una introducción reposada de los nuevos modelos de trabajo creo que será al final beneficiosa para conseguir que las virtudes de las nuevas tecnologías no se conviertan en un infierno.