Oscuro Claro
No, lo que ven no es ninguna broma. Son australianos adquiriendo productos de la cadena de supermercados Woolworths de forma virtual, gracias al lector de códigos de barras que se está implantando en los dispositivos móviles y del que parece que las empresas podran sacar mucho partido. Dicha tienda virtual se encuentra situada en una estación de tren de Sydney, y que parece destinada a hacer competencia a las máquinas expendedoras. La iniciativa, surgida originalmente en Corea del Sur, también se está empezando a aplicar en Estados Unidos, donde Peapod, también cadena de supermercados, ha instalado este tipo de paneles en varias estaciones de tren en Filadelfia. A medida que la mayoría de dispositivos móviles gocen del lector de códigos, este tipo de paneles están condenados a tener éxito.
Creo que este tipo de publicidad debería tenerse muy en cuenta en un sector que goza de mala salud en cuanto a su adaptación al mundo digital: la industria cultural. Pueden sacar mucho jugo de esas largas esperas de los usuarios de transporte público. ¿La razón? Al tratarse de un producto etéreo, este podría adquirirse, mediante la lectura del código, de forma inmediata. No es descabellado pensar en la posibilidad de que un libro se promocione a través de un panel publicitario, y que a la vez tengas la oportunidad de descargarlo al instante para disfrutar en tu dispositivo móvil. Y lo mismo con la música. Ofrecer un catálago de novedades y recomendaciones a través de dichos paneles puede inducir a que muchos de ellos opten por adquirir un producto. Y si a ello le unimos la oferta de algunos servicios gratuitos (cosas tan simples como poder descargar un capítulo de un libro de forma gratuita, una canción o un trailer exclusivo de una película), el servicio ofrecido podría ser redondo. 
También me parece muy viable implantar dicha iniciativa en los medios de comunicación, vía kiosko digital. La idea sería que, a través de estos paneles virtuales, y a modo de expositor, se visualizaran las portadas de diarios y revistas, y que el transeunte pueda obtener la publicación que desee leer (a un precio módico, por favor), algo que probablemente venga bien a un sector que cada día parece caminar hacia un futuro más negro. Algunos diarios gratuitos como 20 minutos o Que podrían descargarse sin tener que pagar por ello, y sin duda el ahorro derivado en ello les permitiría obtener mayores beneficios.
Y si el éxito se confirmara, tampoco estaría mal que dichos paneles pudieran instalarse dentro del mismo transporte (aunque con lo primero me conformo).
Como usuario habitual de transporte público que he sido, sobretodo durante mi época universitaria en Barcelona, no quiero calcular el número de horas acumuladas esperando el tren, metro o autobus de turno.  Las esperas, además, se hacen largas, y quizá estemos ante una buena alternativa para matar ese tiempo, y una buena alternativa para conseguir que la industria cultural de un paso más para adaptarse al mundo digital. En sus manos queda.

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