Antes de nada, os pongo en contexto. Los que me conocéis ya sabéis que desde que empezó el año he descubierto una pasión que había permanecido oculta hasta ahora. Se trata ni más ni menos que de correr.
Todo ello vino a partir del momento en que me animé a participar en la primera carrera popular de mi vida, a estas alturas, el pasado 31 de diciembre. Fue en la San Silvestre de Inca, no tan masiva como la de Madrid pero con un ambiente igual de festivo. En total, poco más de 6 kilómetros, que en aquel momento me parecían incluso difíciles de finalizar (dos días antes hice la prueba para ver si respondía bien,y me costó lo suyo terminar). Al caso, lo que sucedió es que disfruté tanto de la carrera que, desde ese día hasta ahora, he pasado de no correr nada a que mis piernas lleven ya recorridos más de 250 kilómetros en poco más de dos meses. La pasión es tal que se ha convertido ya en una necesidad vital, llegando a salir a practicar el running hasta 6 días consecutivos, que me han llevado, en este corto lapso de tiempo, a alcanzar ritmos de carrera que ni yo sabía que era capaz de alcanzar, bajando hasta los 4:23 minutos el kilómetro.
Es en ese contexto de auténtico furor por la carrera que surgió mi inquietud por encontrar algunos libros que hablaran del tema. Entre en Amazon a la categoría de deportes, y eché un vistazo a la lista de libros más vendidos. Cual fue mi sorpresa cuando me encontré con que en el número uno había un nombre que me era familiar: el colaborador en Criminología y Justicia Juan Antonio Carreras “Carris” , autor del prólogo del libro “De patrulla con Filípides (El libro de Espíritu González)”.
¿Quién es Espíritu González? Pues es, como dice en su interior, el policía que corre maratones. Era entonces de obligada compra, ya que tocaba dos temas que me interesan enormemente, uno es como ya he dicho el running, y el otro es el ámbito policial, ya que va directamente relacionado con mi campo profesional.
Como comento, mi predisposición antes de leerlo ya facilitaba que me sintiera más cercano a las historias contadas por el autor Javier Ramón González Martínez en su libro. Sin embargo, no esperaba que esa cercanía fuera tan grande. Se trata de, probablemente, uno de los libros más auténticos y transparentes que he leído hasta ahora, algo que si ya de por sí es poco habitual, aún más extraño se hace cuando el relator es alguien que pertenece a un cuerpo de policía.
Como el mismo autor indica en uno de los capítulos, una de las frustraciones del policía es en muchos casos la falta de reconocimiento que reciben por sus acciones, muchas de ellas conllevando un elevado riesgo. Igual que otros colectivos como el médico, tienen que manejar situaciones de estrés que, por lo general, solo son reconocidas por el propio colectivo y por aquellos más cercanos. Eso hace que la mayoría de ellos opten por no expresar sus inquietudes personales en torno a su labor, y que éstas solo sean compartidas dentro del propio sector policial.
No es el caso de Espíritu González, quien sin rubor alguno expresa a través de sus vivencias cuales son las emociones propias de un policía local. Solo por eso se debe valorar el trabajo realizado por el autor. Después está permitido estar de acuerdo con sus opiniones, pero como mínimo debe apreciarse y mucho su sinceridad.
Por mi parte, me he pasado una semana viviendo (y sufriendo, ya que algunas de las vivencias que cuenta no son precisamente historias agradables) y corriendo con Espíritu González. Algo me dice que en una de éstas nos encontraremos en alguna carrera en la vida real, aunque a mí todavía me quede lo mío para poder llegar a correr una maratón. Y en ese momento, volveré a reencontrarme patrullando con él como si lo conociera de toda la vida, recuperando algunas de sus historias y emocionándome con ellas una vez más.
En resumen, un libro recomendable para todo aquél que quiera conocer de primera mano qué hace un policía en su día a día, explicado de forma muy amena, y conectándolo muy bien con su pasión: correr.
