En noviembre pasado, la revista New Technology, Work and Employment publicó un fantástico estudio cualitativo titulado ‘Mental mobility’ in the digital age: entrepreneurs and the online home‐based business (lo de fantástico lo remarco porque es raro encontrarse con un paper que no sea duro de leer). En dicho estudio los investigadores realizaron 23 entrevistas a emprendedores que trabajan desde casa. Entre ellos se encontraban desde los que apenas alcanzaban el año de funcionamiento, hasta los que se podían considerar casi pioneros del emprendimiento online con nueve años de experiencia.
El estudio pone de relieve una coincidencia en todos ellos con la que me siento plenamente identificado. Uno de los problemas que se puede encontrar cualquier persona que deba trabajar desde casa es el ser capaz de establecer una separación entre el hogar como lugar de trabajo, y el hogar como espacio de confort y descanso. En este sentido, los entrevistados mostraban que la solución no estaba tanto en una distinción espacial clara, sino en una construcción virtual de la empresa.
Para entendernos mejor, el funcionamiento de todas las startups de los entrevistados tenía como característica común que todo su desarrollo se llevaba a cabo a través de la red. Ninguno de los procesos requería en realidad el hogar como espacio de trabajo. Ello implica una dualidad entre espacio físico de descanso-espacio virtual de trabajo. Así, si uno requiere desconectar del trabajo, tan solo tiene que apagar los dispositivos desde los que trabaje. Esta división permite manejar con comodidad el hecho de trabajar desde casa, y se refleja además en el modelo de negocio que lleva a cabo el emprendedor, en tanto siempre enfoca el desarrollo de su trabajo en un entorno virtual. Y cuando debe trabajar en un entorno físico (como puede ser la necesidad de concertar una reunión con un cliente) siempre se opta por ser él mismo el que se mueva, en lugar de llevar el trabajo físico a su casa. De esa manera, el hogar sigue manteniendo esa distinción entre un mundo físico con un rol muy determinado y otro virtual destinado al trabajo.
Otro de los aspectos que se destacan en el emprendedor desde casa estriba en ese generalizado sentimiento de soledad. Cabe denotar que la mayor parte de desplazamientos que realizamos las personas están destinados a dirigirnos al lugar de trabajo, y no es extraño que durante la semana ese sea nuestro destino exclusivo. El trabajar desde casa implica que esa necesidad no existe, y ello implica que tu movilidad no depende de obligación alguna. Si quieres, puedes pasarte varios días seguidos en casa sin moverte. Sin embargo, la mayoría de ellos presentan una necesidad de salir fuera a que les dé el sol, aunque no necesariamente para interrelacionarse con los demás. Trabajar online puede implicar llevar a cabo muchas comunicaciones a lo largo del día, por lo que puede que esa necesidad social esté plenamente cubierta. Pero lo que sí requieren cubrir es el deseo de salir a estirar las piernas. Es algo con lo que me siento plenamente identificado, ya que por ejemplo para mí correr es una actividad que realizo eminentemente para despejar la mente de tanto empantallamiento. Otra de las prácticas comunes que se suelen dar para evitar este sentimiento de soledad a la par que evitar la sensación de estar recluido en el hogar es el desplazamiento del trabajo a otro lugar. Así, es común que algún día de la semana el trabajo se realice íntegramente en una cafetería, biblioteca o cualquier otro espacio que pueda resultar atractivo para trabajar. Esa movilidad del trabajo, esa sensación de poder manejar el trabajo desde el bolsillo hace que esa soledad se transforme en una virtud, en tanto tan solo se depende de uno mismo para poder llevar a cabo el trabajo.
Todo este modelo de auto-empleo resulta enormemente chocante para el que está acostumbrado al empleo tradicional, y en este sentido no es extraño encontrarnos con situaciones como las que comenta uno de los entrevistados:
«Creo que lo que encuentro interesante de trabajar desde casa es que mucha gente piensa que realmente estoy haciendo otras cosas. Creo que hay una cultura en la que necesitas ser controlado. Necesitas a alguien que te controle, o de lo contrario significa que no trabajas. No creo que eso sea así. No entiendo por qué razón no puedo irme a la cocina a hacerme un café [Nota del Autor: En mi caso ese café suele ir acompañado de alguna que otra partida al FIFA],si luego vuelvo y hago el trabajo en diez minutos, un trabajo que alguien en una oficina hace en una hora»
Al contrario de lo que se piensa, que trabajes en casa no te hace más propenso a la procrastinación (que es algo inherente en cualquier trabajo), al contrario te permite focalizar mucho mejor las tareas a realizar, tareas que cuando se deben realizar en un ambiente de oficina en muchas ocasiones sufren demoras injustificables. Lo que hace que el rendimiento de un trabajador no sea el adecuado no es necesariamente la falta de control sino más bien la ausencia de objetivos marcados para.
Sea como fuere, los espacios de trabajo íntegramente virtuales pueden considerarse perfectamente el reflejo de los modelos de trabajo que se extenderán en los próximos años.