Si bien son relativamente pocos los estudios que intentan analizar la relación entre violencia en el trabajo y aspectos organizativos, tenemos la suerte de que alguno de ellos esté realizado en España. Uno de esos estudios fue el que publicaron en 2012 Gimeno, Gandío y Marqués.
A través de un muestreo realizado a 594 empresas de diferentes sectores (industria, servicios, administración pública y finanzas) se intentó desgranar la relación entre diferentes prácticas organizativas y la existencia de un mayor riesgo de violencia en la empresa. Las variables introducidas fueron:
- Liderazgo.
- Apertura y apoyo. Se refiere primordialmente al soporte que la empresa ofrece a sus empleados para la resolución de aspectos relativos al trabajo que realizan.
- Comunicación y participación. Se analiza tanto el nivel de transparencia de la organización con sus empleados así como la receptividad de la misma a que sus trabajadores participen y sugieran cuestiones que afectan a la compañía.
- Igualdad y trato justo. Revisa aspectos como la igualdad de oportunidades o la discriminación dentro de la empresa.
- Relaciones interpersonales.
- Características del puesto. Se tienen en cuenta diferentes aspectos relativos al puesto de trabajo tales como «la autonomía, conflicto y ambigüedad de rol, claridad de las tareas, retroalimentación y adecuación de las capacidades».
Estas variables se cruzaron con la variable dependiente conducta violenta en el trabajo. Para obtener estos datos se entrevistaron a «responsables de prevención en la empresa, responsables de recursos humanos, delegados de prevención y trabajadores designados en prevención».
Los resultados obtenidos mostraron en general una incidencia baja de comportamientos violentos (hay que tener en cuenta que son encuestas de autoinforme, por lo que la cifra negra puede ser más elevada). El orden según el grado de incidencia fue el siguiente:
- Se limita la comunicación y el contacto social
- Se vulneran los derechos laborales
- Se critica constantemente la vida privada
- Se produce aislamiento social o físico
- Se desprestigia y desacredita la capacidad profesional y laboral
- Se amenaza verbal y físicamente
Tal y como esperaban los autores del estudio, se encontró una relación significativa entre las prácticas organizativas y la violencia en el trabajo. Así, cuanto más alto puntuaban en los diferentes aspectos organizativos, menor incidencia de conductas violentas existía.
Sin embargo, la hipótesis más interesante es la segunda, que buscaba mostrar qué aspectos organizativos son capaces de predecir* la violencia. Sin embargo, solo en 4 de las 6 variables encontraron una relación directa, contrariamente a lo mostrado por otros estudios: en las relaciones interpersonales, en la apertura y apoyo, en la comunicación y participación, y en la igualdad y trato justo. Así, se observa un decrecimiento de la violencia en la medida en que las relaciones interpersonales, la apertura y apoyo, y la igualdad y el trato justo son mejores.
Lo llamativo es que con la comunicación y la participación el efecto es inverso: cuanto más alto es, más incidencia de la violencia existe. La explicación de los autores ante este hecho es que una empresa que puntúa alto en el aspecto participativo hace que se oculten menos casos de violencia dentro de la organización. Hay que entender que precisamente uno de lo mayores problemas de la violencia en el trabajo es que esta tiende a esconderse por parte de la organización, haciendo que se termine por provocar situaciones límite y no atajar los problemas a tiempo. Por ello, que en una empresa se notifiquen más incidentes no tiene que ser necesariamente un mal síntoma.
Si quieres leer más sobre estudios sobre violencia en el trabajo puedes ir aquí o aquí.
*No soy partidario de usar el término predicción, sino más bien el de gestión del riesgo o valoración, si bien los autores han optado por dicha acepción.