Oscuro Claro

Hace unas semanas recibí un comentario a un artículo que me pareció curioso por diferentes razones. Entre ellas, se me criticaba por el hecho de que quien lo exponía vivía «del cuento de los libros y conferencias». Esto en realidad es falso porque: 

  1. Habitualmente no he cobrado nada por impartir charlas más allá de los gastos de desplazamiento, alojamiento y comida.
  2. El libro que he escrito no me ha hecho multimillonario por ahora.
  3. Ofrezco el libro en formato ebook gratuitamente a través de la suscripción a la newsletter del blog.

Así que vivir, lo que es vivir, no es del todo cierto. Sin embargo, lo que me llama la atención es que se considere ilegítimo que alguien pueda ganarse la vida vendiendo libros y impartiendo conferencias. No es la primera vez que escucho un argumento como ese, y por ello quería hacer una pausa en el blog para dar mi postura al respecto.

Creo que lo que hay detrás de esa crítica en realidad tiene poco sentido, desde el momento en que la crítica va dirigida al canal a través del que se transmite un mensaje, en lugar del contenido del mismo, que es lo que sí debe ser sometido a juicio.

El hecho de ganar más o menos dependerá del valor que se le de dé al conocimiento aportado, pero nunca puede ser considerado de ningún modo algo inmoral por parte del sujeto que transmite ese conocimiento entre otras razones, por las siguientes:

  1. Para poder compartir conocimiento antes ha habido un periodo de aprendizaje en el que pueden haberse dedicado meses e incluso años. Por ejemplo, nunca podría haber hablado de criminología si no hubiera estudiado antes la carrera.
  2. Detrás del tiempo que dura una conferencia suele haber bastante más trabajo del que parece. Saber que vas a tener la atención de un grupo de personas te exige decir las cosas con propiedad y con argumentos de peso.
  3. Al trabajo de preparación hay que sumarle el tiempo dedicado al desplazamiento y la afectación en la rutina de la persona que se produce, que según lo prolongada que sea llega a generar cansancio en los días posteriores.

He asistido a muchas conferencias, algunas muy buenas, otras que no me han ofrecido nada relevante. Sin embargo, no se me ocurriría criticar que les hubieran pagado por ello, precisamente porque es algo que no tiene ninguna relación con el motivo por el que acudo a ellas. Mis críticas en todo caso se dirigirán a lo que puede haber dicho o a si el modo en que lo ha expuesto ha sido más o menos adecuado.

Si no quieres contribuir a que una persona se gane la vida de esa manera, es tan fácil como no comprar sus libros y no asistir a sus charlas. Pero no puedes impedir que, si otras personas lo consideran, sí lo hagan.

4 comentarios
  1. Estimado amigo y colega José Servera: A ninguna persona les gustan las críticas, eso es obvio. Nos incomodan y nos tientan a la respuesta, he aquí una prueba de ello. Pero de mi experiencia personal descubrí, luego de recibir muchas, que hay dos caminos a tomar: El primero es aceptar aquellas que son constructivas. En segundo lugar ignorar aquellas que sólo tienen por fin hacernos daño. Estas últimas no vale la pena decir o escribir ni una sola palabra como respuesta, porque de allí nacen las rivalidades estériles, fundadas probablemente en la envidia de aquel que se toma el tiempo de mirar lo que hacen los demás. Sí estoy de acuerdo en que hay que defender al que recibe una crítica gratuita, sobre todo los amigos. Por último, aprendí que la crítica nunca es útil si no proviene de personas con altura moral e intelectual para hacérnosla y éstas, por lo general, las acompañan de un buen consejo, y aquí el mío: Ignora a aquellos que se fijan en tus éxitos sin medir tu esfuerzo. Atte. Lic. Osvaldo A. Cuello Videla Director Editorial Revista TEMA’S.

    1. Gracias Osvaldo por tu comentario y por tu apoyo. Me quedo sobre todo con la última de las frases, pues creo que es algo que sucede demasiado a menudo.
      Respecto a la cuestión de la atención a prestar a este tipo de críticas, la verdad es que siempre he pensado del mismo modo que tú: hay que darles la importancia justa. Sin embargo, intento ser bastante flexible a la hora de juzgar algo como «crítica destructiva», ya que en más de una ocasión lo que en un principio parecía ser un «troll» luego resulta ser una persona con la que se puede hablar perfectamente y que atiende a razones. De ahí que, siempre que pueda, procure responder tanto a los que hacen comentarios sensatos como a los que están fuera de lugar, principalmente porque a veces el cabreo del momento hace que se escriban cosas con un tono demasiado elevado pero que se pueden reconducir hacia reflexiones pausadas. Otra cosa muy diferente es que esas críticas se den de manera reiterada.
      Saludos

  2. Es muy humano criticar sólo por envidia o por el afán de molestar (no sé si sepas lo que es un trol, que los hay virtuales también). De mi esposa aprendí (es una mujer muy inteligente, pero además, prudente) que no tiene caso gastar tiempo y energía en intentar que alguien que no vale la pena entienda algo. La calumnia, igual que la crítica que intenta denigrar o molestar, deben ser soslayadas, pasadas por alto. Toda crítica se agradece, pero no toda se debe tomar en cuenta, y mucho menos, tomarse a pecho. En primer término, dicen que se cobra por lo que uno hace. Yo, además, creo que se cobra por lo que uno sabe hacer y por la forma en que lo hace, y es que no es lo mismo comprar un disco, por ejemplo, de Pavarotti, que escucharlo en vivo (bueno, ya falleció, pero oirlo en vivo era otro mundo). En segundo término, el que al altar sirve, del altar vive. Además, para eso estudiaste, para que tus estudios te aporten el diario sustento, y máxime, si es una labor honorable y honesta. Pero sobre todo, estimado maestro Servera, recuerda tenemos a ese hombre que es uno de los pilares de nuestra cultura, Miguel de Cervantes, que nos legó a El Quijote, y en él vienen muchas enseñanzas… Y de éste, recuerdo que en un pasaje le salieron los perros a los ladridos cuanto pasaba. Y, preocupado, le dijo el humilde Sancho Panza lo que estos animales hacían. «Los perros ladran, Sancho. Luego entonces, andando vamos». Y tú has andado ya bastante mundo. PD. Por cierto que llevo meses buscándote, ojalá me hagas el favor de regalarme un mensaje, o entenderé que igualmente me has soslayado. Saludos.

    1. ¡Hombre Emilio! ¡Que alegría tener noticias tuyas!
      Y veo que como siempre sigues manteniendo la dosis de serenidad y reflexión de siempre. Igual que le he comentado a Osvaldo, intento tener la mano ancha a la hora de responder a las críticas porque creo que muchas veces lo que parece algo hecho con intención de destruir, luego resulta que procedía de un simple enfado. Es decir, que los trol, a pesar de su mala fama, esconden en su interior una parte que está predispuesta a llegar a un acuerdo y entenderse con el otro. De ahí que insista en este tipo de cosas, incluso aunque lo lógico es que no sirvan de mucho. Sea como fuere, concuerdo bastante en el sentido de que tampoco hay que tomarse muy a pecho este tipo de cosas, pues forman parte de la visceralidad con la que la gente tiende a expresarse en la red.
      P.D: Te voy a enviar ahora mismo un correo, porque he buscado en mi bandeja de entrada y no he encontrado ningún mail tuyo. Así me cuentas qué ha sido de ti en todo este tiempo 🙂

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