A estas altura probablemente ya leído en multitud de periódicos y escuchado infinidad de opiniones en torno al fraude con mayúsculas de Volkswagen. La magnitud de la estafa es de esas cosas imperdonables de las que difícilmente podrá deshacerse la marca de ahora en adelante, si es que se puede hablar de un adelante en la compañía. La caída de del 20% de las acciones de Volkswagen en la bolsa de Frankfurt es en realidad una de las cosas que menos debería preocupar a la marca, ya que lo difícil va a ser que alguien se olvide de que ha intentado estafar a todo el mundo a la vez que ha aportado su granito de arena para dañar un poco más al planeta. Lo sucedido tendrá dos consecuencias fundamentales laboralmente hablando:
- El clima laboral de los empleados de la compañía decrecerá considerablemente. La más que probable reestructuración de personal que deberá realizar (y que podría afectar indirectamente a compañías como SEAT o Audi) generará un clima hostil entre los trabajadores que no hayan tenido responsabilidad alguna en lo sucedido. A la vez, el declive de la marca implicará un menor orgullo por formar parte de la compañía, aspecto importante del que también se nutre la gestión de un buen clima laboral. Que un aspecto como ese se haya ocultado durante tanto tiempo da a entender que la transparencia en la compañía no es todo lo buena que debiera, algo que también contribuye a dañar el clima dentro de la organización.
- La ausencia de valores morales entre los directivos de la compañía choca frontalmente con la nueva concepción de responsabilidad social corporativa. El mensaje que han dejado es muy claro: no contamos con ética alguna en la compañía. No hay conciencia, somos un representante fiel del capitalismo feroz, capaz de venderte melones por manzanas siempre que pueda engañar al consumidor. El problema es que, cuando una persona se entera de que le han engañado no suele tomárselo demasiado bien, y suele hacer dos cosas: contarle al mayor número de gente que le han estafado, y no volver a comprar nada de la compañía.
Incluso teniendo en cuenta el factor pasajero de las noticias, que pasan en una semana de ser un acontecimiento de dimensiones globales a quedar en algo de lo que no cabe preocuparse demasiado, caso como el descubierto son difícilmente olvidados. No se trata de una mentirijilla, de algo que se les escapó. Se hizo con toda la intención, con alevosía y premeditación, y ese ensañamiento por engañarnos a todos es el que ahora se le girará en su contra hasta las últimas consecuencias.