Oscuro Claro

Aprovechando que hoy es Sant Jordi y que me he dado cuenta de que hace dos años que lo conocí en persona, hoy voy  a hablar de alguien que considero un grande de la criminología en España: Jorge Ramiro Pérez.

Sí, lo de grande viene con mucho sesgo porque aparte de considerarlo un megaentusiasta de su labor como docente se ha convertido en un muy buen amigo desde un primer momento. Quizá sea porque existe cierta simbiosis de pensamiento de uno y otro, o quizá sea porque nunca desprecia una sola idea que le planteo por alocada que esta sea a priori y a posteriori, o quizá sea porque fue el primero en comprar, leerse y hacer una reseña de mi libro incluso antes de que yo supiera que estaba disponible. Existe en mi vida un limitado círculo de personas a las que puedo plantearle cualquier tema, por complejo o delicado que sea, y Jorge se encuentra dentro de él.

Pero dejemos la cuestión personal, aunque puede que en realidad eso sea lo que más os interese. He decidido hablar de él hoy porque me doy cuenta que muchas veces acabo dando más protagonismo a quienes critico, y doy poca voz a aquellos que creo que profesionalmente llevan a cabo un buen trabajo. Por si alguno todavía no lo conoce, Jorge es abogado colegiado por el ICAM desde 2003 y Master en Criminology and Criminal Justice en la Universidad de Edinburgo, y viene impartiendo en la Universidad Europea de Madrid clases en los grados de Derecho y Criminología respectivamente. Pero debo decir que aunque su formación inicial sea la jurídica se evidencia que lo que le entusiasma de verdad es la criminología. Si a ello le sumas que le encanta dar clases, tenemos un combo de formador original que nunca tiene un no por respuesta si le invitan a participar en algún evento. Su peculiar estilo, tremendamente distendido pero no por ello menos académico, hace que el alumno se enganche a sus clases y aprenda a la vez que suelta alguna que otra carcajada. Una muestra de ello es la presentación de su libro hace dos años en la Universitat Autònoma de Barcelona:

Como explica en la presentación del libro, «Las crónicas de Enriq»  son  el reflejo de la original metodología que introduce en sus clases, donde utilizando el método del caso prepara relatos y incluso poemas salidos de su puño y letra para exponer conceptos de teoría criminológica de una forma amena. Para ello no tiene ningún rubor en utilizar una jerga coloquial que resulte más cercana al alumno, aunque no me cabe duda que si le diera la gana podría ser tan infumable como Martin Heidegger. Su objetivo es que los alumnos que tienen una primera aproximación a la criminología sean capaces de integrar lo mejor posible temas que no son fácilmente comprensibles. Y aunque él no lo diga, estoy seguro que también lo hace porque es así como disfruta dando clases. Creo que aunar literatura y enseñanza es siempre sinónimo de buena pedagogía, aunque no es tarea sencilla ser capaz de exponerlo. No hay nada más complicado que conseguir explicar un concepto teórico de manera clara y sencilla.

Jorge lo consigue, y solo por eso hay que reconocerle el mérito. 

P.D: Jorge, este post no está hecho con ánimo de pedirte favor alguno, puedes estar tranquilo.

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