Oscuro Claro

Cuando empezamos a desglosar el tema de la mortalidad en las prisiones en Estados Unidos parecía una tarea compleja establecer las causas de la diferencia significativa en el número de fallecidos dentro de prisiones respecto a la población global. Sin embargo, hemos ido desfragmentando, punto por punto, las causas de mortalidad para poder encontrar así gran parte de las causas que provocan estas cifras. Seguro que hay más que nos hemos dejado, pero una buena parte de ellas se han visto reflejadas a medida que hemos ido desglosando cada una de las causas de mortalidad existentes. Hemos descubierto la importante cantidad de preventivos que se suicidan en los primeros días de estancia en prisión, y que hacen que la mortalidad en las cárceles por esta causa sea significativamente mayor que en la población global. También hemos comprobado que el SIDA, uno de los grandes lastres dentro de las prisiones, presenta una evolución más que positiva que hace que sea cuestión de tiempo mantener las mismas proporciones de mortalidad que en la población global.  
Y sobretodo, hemos visto que en la mayor parte de causas de mortalidad la prisión reflejaba siempre unos índices menores que entre la población estadounidense. La diferencia en la mortalidad por enfermedad se explicaba principalmente por la concesión de libertad condicional con base médica. Sobre la accidentalidad expusimos una serie de razones basadas en cuestiones de sentido común que llevaban lógicamente a que la mortalidad en prisión por dicha causa fuera menor (aunque ello no implica ignorar los resultados, que son los que son). Cuando hablamos de homicidios, vimos que, a pesar de que las cárceles supuestamente albergan a los criminales más peligrosos, y aunque las películas y documentales hollywoodienses nos hagan pensar lo contrario, el índice de homicidios es significativamente inferior dentro de las prisiones a fuera de ellas. Me atreví aventurar que la normativa sobre posesión de armas es un factor clave para explicar esa diferencia, aunque sin olvidar otras secundarias. Y también me sorprendí al ver que la mortalidad por drogas y alcohol era mucho menor dentro de prisión que fuera de ella, aún conociendo los problemas de adicciones existentes.
Los resultados quedaron así (significatividad realizada aplicando la p-value):

 

Menos mortalidad en prisión 

Por drogas/ alcohol.Significatividad media (0,03)
Por homicidio.Significatividad media (0,03)
Por accidente.Significatividad alta sin contar accidentes de transporte (0,007)
Por enfermedad. No significativa 

Más mortalidad en prisión

Por suicidio. Significatividad alta en prisiones locales (0,003)
Por SIDA. No significativa

Finalmente, y tras ver los resultados obtenidos, querría hacer una reflexión sobre el concepto de seguridad ciudadana. Como ya es conocido, uno de los pilares fundamentales en los que se sustenta el estado es la protección del ciudadano. La política criminal llevada a cabo para dicha protección conlleva necesariamente medidas que vulneran en mayor o menor grado el régimen de libertades del ciudadano. Asistimos a aumentos de penas, puestas en dudas del derecho penal garantista, de lo fundamental de la presunción de inocencia, de la instalación de cámaras de seguridad en infinidad de calles en nuestras respectivas ciudades que implican una vulneración de nuestra intimidad…y todo ello, en aras a mantenernos a salvo.
Y viendo los resultados obtenidos en el estudio realizado, parece darse esa conexión entre privación de derechos y protección, llevada a la restricción última que es la privación de libertad.
¿Implica ello que la restricción de derechos, tan en boga en los tiempos que nos toca y tocará vivir en los próximos años, está legitimada en aras a la seguridad del ciudadano? Ni mucho menos. Hay una diferencia fundamental entre vida y calidad de vida, y el abuso de medidas restrictivas afecta directamente a la calidad de vida, reflejada en el grado de libertad que puedes llevar a cabo en el estado.
No me cabe la menor duda que si se le ofreciera a cualquier preso la posibilidad de gozar de libertad a cambio de perder algunos años de vida, firmaría casi sin mirar.
Pero lo que sí implica es el reconocimiento de la existencia real de relación en el triangulo derechos-libertad-vida. A menos derechos, menos libertad, pero mayor esperanza de vida. A mayores derechos, mayor libertad, pero menor esperanza de vida.
Es clave conseguir mantener esa proporcionada medida en la que la relación entre privación de derechos y libertad se constituya en unos márgenes constituidos sobre lo que es justo.
Pero ¿Qué es la justicia?  

 

P.D: Me he aventurado a colgar todas las tablas y gráficos utilizados para el estudio en Many Eyes, para que podáis analizarlos o requerirlos para los propósitos que consideréis oportunos. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post Relacionados
Falcone e Borsellino

Giovanni Falcone

«El que guarda silencio y se agacha la cabeza muere cada vez que lo hace. El que habla en voz…
Suscríbete ahora y recibe el ebook Nadie Debería Trabajar Jamás gratis
¡Lo quiero!
Total
0
Share